domingo, 13 de febrero de 2011

La Hermandad Musulmana y el nuevo régimen democratico egipcio. El peligro de la permanencia del viejo autoritarismo bajo camuflaje militar en Egipto.

Egipto no es Irán

Por: Farid Kahhat (Internacionalista)

Si bien jóvenes seculares que exigen democracia para su país constituyen la vanguardia de las movilizaciones en Egipto, suele alegarse que no son representativos de la mayoría. Que tarde o temprano la Hermandad Musulmana hará valer sus fueros. Se cree que, dado que son el partido mejor organizado, con más militantes, y con las mayores redes clientelares, ganarían con facilidad unas elecciones democráticas. Si eso fuera cierto, el PRI jamás habría perdido una elección nacional en México. Las características descritas están asociadas con la existencia de un voto cautivo, pero no necesariamente mayoritario.

Además, la Hermandad Musulmana dice respaldar un régimen democrático, basado en el sufragio universal, la rotación pacífica en los cargos de elección popular y la separación de poderes. Dados sus antecedentes, es legítimo que sus credenciales democráticas motiven suspicacias. Pero en el norte de África eso también es cierto respecto del Gobierno Francés (que ofrecía asesoría contra los disturbios al dictador tunecino en la víspera de su partida), o al Gobierno Estadounidense que durante 30 años concedió una ayuda anual de unos 1.500 millones de dólares a Egipto).

Se dice que la Hermandad Musulmana pondría en práctica la máxima “Un ciudadano, un voto, una sola vez”. Un escenario que jamás ocurrió en ninguna parte: donde grupos islamistas equivalentes obtuvieron buenos resultados electorales en Medio Oriente (por ejemplo, en Jordania, Marruecos, o Turquía), la experiencia posterior no respalda esas previsiones. Consciente de ser el pretexto para justificar el autoritarismo, esa organización anunció que no presentará candidato a la presidencia, ni aspira a ocupar ministerio alguno tras las elecciones de setiembre.

De otro lado, la comparación con Irán muestra diferencias cruciales. En Irán el punto de inflexión fue el Viernes Negro, día en que las Fuerzas Armadas abrieron fuego contra manifestantes inermes en la plaza Jaleh, en Teherán. Al no disparar contra los manifestantes, las Fuerzas Armadas egipcias mantienen su cadena de mando y autonomía política. Por eso, el mayor riesgo ahora no es un nuevo Irán, sino el viejo autoritarismo bajo camuflaje militar. Por lo demás, el petróleo concede al régimen iraní un margen de maniobra del que carecerá cualquier régimen en Egipto, país cuya economía depende de su relación con Occidente.

Finalmente, si de paralelos se trata, la última revuelta popular que derrocó a un régimen autoritario en un país de mayoría musulmana no fue la de Irán en 1979, sino la de Indonesia en 1998. Es decir, un país que es hoy en día un Estado pacífico, democrático y próspero.

Fuente: Diario El Comercio (Perú). Domingo 13 de Febrero del 2011.
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