lunes, 26 de diciembre de 2011

Nuevos politólogos peruanos: la generación Post-Tanaka.

Generaciones intelectuales

Los politólogos salen a la calle

Les llaman Generación Post-Tanaka, en alusión al sociólogo del IEP que es su principal referencia. Lo suyo no es escribir encerrados en sus gabinetes, sino salir a la calle, entrevistar a los políticos y conocer de primera mano lo que pasa. En la campaña sacaron un libro que diseccionaba a los candidatos presidenciales. Hace unos días sacaron otro que explica el rumbo que seguirán los partidos de cara al 2016.

Por: Óscar Miranda

Alrededor de una Coca Cola y dos Pilsen heladas, cuatro jóvenes politólogos confeccionan una lista sobre los libros de referencia de la Ciencia Política peruana. “Clases, Estado y Nación tiene que estar”, dice Rodrigo Barrenechea, y Carlos León Moya asiente: Julio Cotler es un maestro. “El de Martín (Tanaka)”, aporta León, refiriéndose a Los espejismos de la democracia. Carlos Meléndez cree que uno fundamental es el del recientemente fallecido Carlos Franco: Acerca del modo de pensar la democracia en América Latina, y Barrenechea se muestra de acuerdo: “Pero no fue muy difundido”. Los comensales del Queirolo coinciden en que el problema de Franco fue que estuvo “fuera del circuito”. Argollas, amistades, ese tipo de cosas.

“Hay muy buenos trabajos que muchas veces se quedan sin publicar”, dice Adriana Urrutia. “A veces para publicar hay que tener amigos… Y nosotros somos amigos de Meléndez”. Todos se matan de risa, sobre todo el aludido. Meléndez es un politólogo respetado académicamente pero, además, es un personaje popular en el mundillo de los blogs y las redes sociales, un francotirador que desde un sótano en la Universidad de Notre Dame (Indiana) –donde hace el doctorado– goza disparando contra los intelectuales de izquierda bajo el alias de El Jorobado.

Meléndez, Urrutia, León y Barrenechea forman parte de una nueva hornada de científicos sociales aparecidos a partir del 2008 y que están mandando al olvido el estereotipo del politólogo tradicional, encerrado en su gabinete al pie de una montaña de libros. Para escribir sobre la política peruana, estos jóvenes salen a la calle, entrevistan a los líderes y cuadros de los partidos y, en algunos casos, se involucran en sus actividades partidarias.

El libro Post candidatos. Guía analítica de supervivencia hasta las próximas elecciones (Mitin Editores, 2011), que acaban de publicar junto a otros miembros de su generación como Eduardo Dargent, Sofía Vera, Arturo Maldonado y varios otros, es un testimonio de esta nueva escuela.

La marca generacional

Su tridente de avanzada lo constituyen Meléndez, Alberto Vergara y Eduardo Dargent. Hace un año, los dos primeros fueron los editores de La iniciación de la política, un libro que nació como un homenaje por los 10 años de Los espejismos de la democracia –el clásico de su amigo y mentor Martín Tanaka– y que se convirtió en una suerte de manifiesto de ruptura generacional con la vieja guardia (Cotler, Sinesio López, Guillermo Rochabrún, Nicolás Lynch y un larguísimo etcétera). Los incidentes de la presentación se recuerdan hasta hoy: el septuagenario Cotler, comentarista, atacando el libro despiadadamente, y los treinteañeros Vergara y Meléndez respondiéndole sin achicarse y hasta con ironía, reprochándole al venerable investigador cosas como no haber leído a Mex Webber. ¡Qué insolencia!

En marzo, Meléndez publicó una nueva compilación. Esta vez no fueron ensayos académicos sino un conjunto de textos, a caballo entre el ensayo y la crónica política, al que tituló Anti-Candidatos. Guía analítica para unas elecciones sin partidos. Para el efecto convocó a politólogos reconocidos como Vergara y Yusuke Murakami, pero también a jóvenes promesas de la ciencia política, como Carlos León, Rodrigo Barrenechea y Sofía Vera, para que contaran, de una manera fresca y despojada de solemnidades, la historia de los partidos y candidatos que disputaron las últimas elecciones presidenciales.

El libro tuvo éxito y se agotó. Post Candidatos es su continuación y complemento (hasta las próximas elecciones).

Con ganas de ‘jorobar’

“Egresado de la PUCP. Ha publicado impunemente libros y artículos, y ahora sigue escribiendo este blog para joder a todos (incluso a sí mismo)”. Tal es la presentación del blog de Meléndez, El Jorobado de Notre Dame. En el circuito académico hay gente que lo odia o que sencillamente lo desprecia a causa de sus posts provocadores e irrespetuosos. Pero todos lo leen.

Meléndez (34) se ha ganado, a pulso, el odio de los intelectuales de izquierda escribiendo posts tan faltosos como los titulados “El intelectual El Bocón” (que no tiene lectores pero sí hinchas) y “El politólogo regio”, y artículos como “Muchachito del ayer”, publicado en la revista Quehacer, en el que golpeó a toda la izquierda, sin mencionar nombres pero con alusiones tan directas que varios de sus amigos lo llamaron para quejarse.

Lo curioso es que hasta hace unos años Meléndez aún podía considerarse amigo de varios de los académicos de los que se burlaba. Formado como sociólogo en la PUCP, trabajó en la Comisión de la Verdad, en ONGs dirigidas por Rolando Ames y Rafael Roncagliolo y es hasta hoy investigador asociado del Instituto de Estudios Peruanos. Por supuesto, a causa de sus textos, muchos de sus ex profesores y ex jefes, como Carlos Iván Degregori, le dejaron de hablar. Tanaka le aconsejó que parara la mano. Cerró su blog unas cuantas veces. Ahora ya no jode como antes.

“Sí, reconozco que me he excedido en ocasiones. Ya no lo hago”, dice. Desde que sacó La iniciación de la política con Vergara, evita involucrarse en pleitos gratuitos. Su audacia verbal lo ha llevado a equivocarse soberanamente más de una vez, como en la última elección, cuando pronosticó la derrota de Humala (“Humala. Lo que no fue no será”) y la realidad lo desmintió.

Por ahora, en la lejana Notre Dame da rienda suelta a cualquier ímpetu de palomilla metiendo pierna fuerte en las pichangas que juega con su equipo, Redondo. Está estudiando el clientelismo partidario en Centroamérica y los países andinos, por lo que viaja mucho por la región. Cuando visita Lima, la gente que no lo quiere matar lo recibe con entusiasmo.

León, peleador sin ley

Si Meléndez se ha tranquilizado, Carlos León (26) ha tomado la posta de la incorreción política. También sociólogo de la PUCP, a él no lo quisieron expulsar de ninguna institución, pero sí del Partido Socialista, del que era militante. Fue a raíz de uno de sus últimos posts en su blog, titulado “El fin del ala izquierda: un fracaso más sí importa”, en el cual analiza la caída del gabinete Lerner y critica a los partidos de izquierda por hipotecar reiteradamente su futuro “al caudillo de turno”.

En julio ya había recibido un jalón de orejas por la crónica que publicó en la revista Dedo Medio sobre la campaña de Gana Perú. León contó episodios hasta entonces desconocidos, como la forma en que el español Manuel Monereo fue desplazado por Luis Favre de su papel como asesor de imagen de Ollanta Humala. Entonces una alta dirigente de su partido le dijo: “Nos has hecho quedar horrible. Hemos tenido que pedir disculpas en tu nombre”. Sus amigos de Palacio sencillamente le quitaron el habla.

“A diferencia de los tíos, ninguno de nosotros tiene militancia”, dice Carlos Meléndez. “El único es León, que es la excepción que confirma la regla”.

El sábado 17, esa militancia acabó. León renunció al Partido Socialista porque “ya no tenía nada más que aprender” y “me limitaba para hacer otras cosas”. El tema de su tesis seguirá siendo la experiencia de Gana Perú en una perspectiva comparada con otras alianzas de izquierda en Latinoamérica.

Precisamente en Anti-Candidatos narró entretelones de la formación de las alianzas que llevaron a Susana Villarán a la alcaldía de Lima y a Humala a la presidencia. En Post candidatos relata cómo se vivió la campaña de Gana Perú por adentro. Por ahora, sus planes inmediatos son escribir más crónicas políticas y artículos que toquen carne. A él todavía no le preocupa seguir jodiendo.

Politóloga en campaña

“Aquí no hay tesis, mamita. Aquí se viene a apoyar en la campaña”. Esto fue lo que le respondieron a Adriana Urrutia (23) la noche de enero de este año en que trató de explicarle a un fujimorista, en el local de Paseo Colón, que estaba haciendo una investigación académica sobre su partido. La joven politóloga, magíster en Política Comparada por el Instituto de Estudios Políticos de París, decidió seguir el consejo y durante las siguientes semanas participó como una activista más en la campaña de Fuerza 2011.

Su objetivo: entender cómo es que, con un líder en prisión y con la imagen de un gobierno corrupto, el fujimorismo tiene tanta fuerza entre la gente. Entrevistó a una decena de dirigentes, visitó comités en zonas populosas y hasta una mañana terminó repartiendo volantes a favor de Julio Gago. Era parte de su método de investigación: la etnografía política te conduce a vivir las experiencias de las personas que investigas. El artículo que publicó en Post candidatos expone sus principales descubrimientos.

Rodrigo Barrenechea (26) no se involucró como Adriana, pero también se obsesionó con un partido, en su caso Alianza Para el Progreso (APP). “Mi interés surgió cuando Julio Cotler (uno de sus jefes en el IEP) me envió a La Libertad a investigar los efectos de la descentralización”, cuenta. Hace un año, Carlos Meléndez le propuso que escribiera para Anti-Candidatos un ensayo sobre la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski. Barrenechea lo hizo basándose en información publicada por los medios.

Esta vez, para Post Candidatos, hizo trabajo de campo, entrevistó a dirigentes de Alianza Para el Gran Cambio y logró reconstruir los momentos claves de la campaña de PPK. Cuando le pregunto, como lo he hecho con todos los demás, qué lo llevó a interesarse en la mediocridad de nuestros políticos, sonríe. “Tengo amigos que me preguntan lo mismo. Yo no sé por qué, pero a mí me encanta”.

Fuente: Diario La República, revista "Domingo" (Perú). 25/12/11

Recomendado: Un libro de balance para comprender el futuro

sábado, 27 de agosto de 2011

¿Qué es el Estado y qué es el gobierno?. Los conceptos de Estado y Gobierno.

Estado y gobierno

Por: Sinesio López Jiménez (Sociólogo)

Cada vez que se produce un cambio democrático de gobierno aparecen en el escenario dos errores más o menos conocidos. Por un lado, los que triunfan en las elecciones generales creen que han obtenido el Estado como parte del botín. Esto ha sucedido especialmente con los partidos más organizados como el Apra que, en sus dos gobiernos anteriores, llenó el barco estatal de compañeros: una expresión clara de nuestra acendrada tradición patrimonialista. Por otro, los que pierden las elecciones niegan a los triunfadores el derecho a gobernar y a ocupar los puestos de mando del Estado. Eso hace parte de nuestra escasa tradición democrática de la alternancia en el poder.

El partido que triunfa en las elecciones obtiene, no el Estado, sino el gobierno. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué es el Estado y qué es el gobierno? El Estado es una macroestructura (integrada por el sistema legal, la burocracia, el monopolio de la violencia, la distribución del poder en el territorio y un sistema de referencia política para la nación) organizada para ejercer el dominio político y construir el orden legítimo. Cuando la ley domina y limita a todos los elementos que integran el Estado, este se llama Estado de Derecho. Este no es totalmente el caso peruano. Tenemos normativamente pero no efectivamente un Estado de Derecho en la medida que la ley no llega realmente a todo el territorio ni a todos los peruanos por igual. Tampoco la seguridad, la educación, la salud y la nutrición llegan a todos los peruanos por igual. El Estado en el Perú es más chico que la sociedad y que el territorio peruano en el que ejerce su jurisdicción.

El gobierno es, en cambio, una parte del Estado constituida por el conjunto de puestos de mando que lo pone en marcha. Esos puestos de mando son ocupados legítimamente por el elenco gubernamental del partido ganador. En las últimas elecciones, el triunfador fue Ollanta Humala respaldado por una corriente nacionalista, una corriente de izquierda y otra democrático-liberal. Es legítimo, por consiguiente, que los representantes de estas corrientes gobiernen y es legítimo también que el presidente Humala invite a representantes de otras corrientes (que no triunfaron) a participar en un gobierno de concertación. Lo que no es justo es que los que perdieron las elecciones cuestionen la legitimidad de los triunfadores y sus representantes para gobernar.

Se cuestiona, por ejemplo, que el Presidente coloque a militares retirados en algunos puestos de gobierno. Cuando los nombra el presidente Humala está mal, pero cuando los nombraba García estaba muy bien. Si los militares retirados son fujimoristas la derecha les da la bienvenida, pero cuando no lo son se irrita y grita contra el militarismo que supuestamente nos amenaza. Algunos críticos, autoerigidos en sumos pontífices de la gobernabilidad, se han atrevido incluso a descalificar a destacados oficiales retirados antes de haber ejercido sus funciones. Lo mismo sucede con la izquierda y sus cuadros. A la derecha le duele que los intelectuales y tecnopolíticos de izquierda, que apoyaron la candidatura de Ollanta Humala, que se han formado en las mejores universidades del Perú y del extranjero y que tienen experiencia de gestión, participen en el gobierno.

La ultraderecha transforma la discrepancia en discriminación y, si pudiera, la transformaría en muerte. Entonces sería feliz. El Perú sería un paraíso sin izquierdistas. Señores de la derecha y la ultraderecha: salvo en dos o tres ocasiones, Uds. han gobernado durante dos siglos y lo han hecho muy mal. Si quieren volver a gobernar esperen cinco años, compitan y ganen las elecciones. No chantajeen ni esperen que les regalen el gobierno, habiendo perdido.

P.S.: Acabo de ver la genial caricatura de Carlín (LR, 12 de agosto) en la que connotados personajes de la derecha quieren atarantar al presidente Humala gritándole: ¡Dobla a la derecha! ¡No mires al retrovisor! ¿Por qué no hablas? ¡Más despacio! ¡No toques los cambios! ¡No me das confianza! ¡Eres oscuro! Caricaturistas como Carlín son los mejores analistas de la coyuntura política.

Fuente: Diario La República (Perú). Sáb, 13/08/2011.

martes, 23 de agosto de 2011

Políticas de discriminación positiva a favor de las minorías en EE.UU. Reacción de los grupos ultraconservadores (Tea Party).

Aún hacen falta cuotas raciales

Las políticas de EE UU a favor de hispanos y negros despiertan el victimismo en una minoría blanca - Las tasas de pobreza revelan la desigualdad.
Por: David Alandete 

El racismo se disfraza, hoy en día, de victimismo. Según diversos estudios recientes en Estados Unidos, después de medio siglo de políticas gubernamentales para acabar con la segregación institucional, una minoría blanca se siente discriminada y exige que se dé por acabada la protección del Estado a grupos raciales y étnicos minoritarios, principalmente afroamericanos. Defienden esos nuevos agraviados blancos que las diversas razas ya están en igualdad de condiciones y que, en tiempos de crisis económica, las empresas deberían tratar a todos los ciudadanos con imparcialidad y los Gobiernos deberían abstenerse de malgastar fondos en políticas de igualdad. Las estadísticas socioeconómicas, sin embargo, les contradicen. Las divisiones raciales siguen tan abiertas como siempre. Recientes investigaciones aseguran que el racismo no es un juego de estrategia, como quieren ver algunos, en el que unos ganan a costa de otros: es un mal institucionalizado que aun no se ha erradicado de la sociedad.

Un reciente estudio de dos investigadores de dos reputadas universidades constata un incremento de la victimización blanca en EE UU. Esos expertos, Michael Norton, de Harvard, y Samuel Sommers, de Tufts, han encuestado a ciudadanos norteamericanos regularmente desde los años cincuenta y han llegado a la conclusión de que hoy en día una minoría blanca está convencida de que es víctima "de un emergente sentimiento de prejuicio antiblanco". Atestiguan los profesores la existencia de "una tendencia general que está ganando terreno entre los blancos de Norteamérica hoy en día: la idea de que los blancos han sustituido a los negros como víctimas principales de la discriminación". Esa idea ha ganado muchos adeptos entre las filas del Tea Party, el movimiento ultraconservador albergado en el ala derecha del Partido Republicano de EE UU.

Hace ahora un año, ese grupo radical aprovechó el icónico aniversario de uno de los discursos más célebres del activista Martin Luther King [el celebrado I have a dream] para reunirse en el mismo lugar en que este lo pronunció: el monumento a Lincoln, en Washington. Miles de personas respondieron a la convocatoria de Glenn Beck, un comentarista muy polémico y apreciado en esos círculos. Él mismo había dicho, en 2009, en su programa de televisión, algo que refleja ese nuevo sentimiento de racismo inverso, en referencia a Barack Obama, primer presidente afroamericano del país: "Este presidente, creo yo, se ha desenmascarado repetidamente como un tipo que tiene un odio muy asentado en contra de los blancos y de la cultura blanca".

Norton y Sommers aseguran en su estudio, titulado Los blancos ven el racismo como un juego de suma cero que ahora pierden, que hay más blancos que negros que creen que ahora hay plena igualdad entre razas. Entre esos blancos, un grupo reducido asegura que esa igualdad se ha conseguido a su costa, de ahí el concepto de suma cero, que en teoría del juego se utiliza para describir una situación en la que las ganancias de una parte (la igualdad de los negros) se consiguen a costa de las pérdidas de otra (desventajas para los blancos). "A efectos prácticos", aseguran los profesores, "las políticas de discriminación positiva diseñadas para incrementar la representación de las minorías, han hecho que la atención de los blancos se centre en las cuotas que afectan a su acceso a la educación o a puestos de trabajo, algo que afecta negativamente a sus recursos".

Desde los años cincuenta, y según las estadísticas de esos investigadores, ha descendido de forma radical la noción de que hay discriminación contra los negros. Hoy en día, un 11% de los blancos encuestados opina que hay un predominante racismo antiblanco en la sociedad actual. Solo un 2% de esos mismos caucásicos asegura que pervive aún un sentimiento institucional de racismo contra los negros. Esa tendencia se ve en diversos ámbitos de la sociedad y sería un error tacharla de residual o marginal. En el ámbito académico, han surgido en las pasadas dos décadas nuevas disciplinas aunadas en un campo bautizado como Estudios sobre raza blanca, impartidas en instituciones universitarias diversas. Es una imitación de los llamados Estudios afroamericanos, surgidos en los años de lucha por los derechos civiles, el siglo pasado.

Uno de los síntomas del sentimiento de animosidad entre ciertos ciudadanos blancos llegó en 2003 a la máxima instancia judicial del país, el Tribunal Supremo. Se trata del caso Grutter v. Bollinger, en el que la estudiante Barbara Grutter, blanca, de 43 años, demandó a la Universidad de Michigan por denegarle una plaza en su facultad de derecho. Alegó que, por lo general, en la mencionada universidad se evaluaban las solicitudes en una escala de 150 puntos. A personas de raza negra o etnia hispana se les daba una ventaja automática de 20. La escuela de derecho no se atenía a ese mismo sistema de puntuación pero, según Grutter, operaba de una forma similar. La solicitante afirmó que, a pesar de sus impecables notas, se la había rechazado por las cuotas raciales. Añadió que, atendiendo a cifras de 1999, la universidad había aceptado a un 81% de negros y solo un 3% de blancos con credenciales idénticas.

A respaldarla acudieron entonces diversos abogados de la administración de George W. Bush, que alegaron que la Universidad de Michigan no actuaba de forma neutral en cuanto a la raza de sus alumnos y que las cuotas en esa y otras universidades podían resultar inconstitucionales. El Supremo se decantó, en una votación ajustada, por mantener la diversidad en las instituciones educativas con el uso de políticas determinadas. El tribunal autorizó a los rectorados para que siguieran considerando el color de piel a la hora de conceder plazas en sus programas educativos.


"La participación efectiva de todos los miembros de todos los grupos raciales y étnicos en la vida civil de nuestra nación es esencial en el sueño de alcanzar una nación indivisible", dijo, en la opinión de la mayoría, la juez Sandra Day O'Connor. En esa sentencia, recordaba la juez que habían pasado 25 años desde que el Supremo autorizara por primera vez el uso de cuotas. "Desde entonces, el número de solicitantes que pertenecen a minorías y que vienen con notas medias más altas ha aumentado", añadió. "Esperamos que, dentro de 25 años, el uso de preferencias raciales ya no sea necesario para avanzar este tipo de intereses". Han pasado ocho de esos 25 años. La esclavitud acabó en Norteamérica en 1865. La segregación fue declarada inconstitucional por el Supremo en 1954. Pero las cifras de desigualdad entre caucásicos y afroamericanos en EE UU han mantenido un notorio abismo que existe desde hace décadas.

Según datos de la oficina oficial del censo norteamericano, correspondientes a 2010, hay toda una colección de indicadores en que las personas de raza negra presentan una notable situación de agravio comparativo en términos socioeconómicos.

Los datos hablan por sí mismos: si hay un 7,9% de blancos que no acaba la educación secundaria, la proporción se duplica, hasta un 15,8%, entre los negros. Entre los afroamericanos, el paro es del 16,7%, una cifra que se desploma de nuevo a la mitad, un 8,7%, entre los blancos. Un 25,8% de los negros vive bajo en el nivel de la pobreza, frente al 9,4% de blancos. En términos de riqueza se aprecia que un 4% de los afroamericanos gana más de 100.000 dólares al año, porcentaje que se triplica entre los blancos, hasta el 12%. Entre las personas de raza negra, el 21% carece de seguro médico. En el caso de los blancos, el porcentaje, de nuevo, decrece a casi la mitad (12%).
Otro de los grandes indicadores de desigualdad socioeconómica es el de la demografía carcelaria: cuántos afroamericanos hay en las prisiones norteamericanas. En 2009 había en EE UU una población general de presos de 1,6 millones. Según un informe del Departamento de Justicia federal, "los varones negros no hispanos, que acumulan un porcentaje de encarcelamientos de 4.749 presos por cada 100.000 residentes norteamericanos, pasan por prisión a un ritmo que es más de seis veces mayor que el de varones blancos no hispanos (que es de 708 presos por cada 100.000 residentes norteamericanos) y que es 2,6 veces mayor que el de los varones hispanos (que es de 1.822 presos por cada 100.000 residentes)". En 2003 ya avanzaba un estudio del Gobierno federal que un 30% de los hombres negros nacidos tras 2001 pasará a lo largo de su vida por una prisión.

Son indicadores claros de una desigualdad socioeconómica estructural. "Existe esa idea de que los blancos son un grupo racialmente oprimido", explica Charles Gallagher, que dirige el departamento de Sociología de la Universidad de La Salle, en Filadelfia. "Aseguran esos grupos blancos que América ya está en una fase en la que la raza es indiferente, y que mantener políticas de protección a las minorías es discriminatorio. Pero dejan fuera de ese argumento todas esas desigualdades institucionales. No hay discriminación institucional o apoyada por el Gobierno, pero sigue habiendo barreras socioeconómicas a las que los afroamericanos se enfrentan desde una edad muy temprana. Se debe estar ciego para no ver las desigualdades que aún existen entre blancos y negros en este país, que afectan negativamente a estos últimos".

Hay una tendencia, en ciertos círculos académicos, a defender que las razones del atraso afroamericano obedecen a indicadores culturales. Es decir, hay quienes defienden que existe una cultura que, carente de ambiciones, fomenta la pobreza y la dependencia del Estado. No es algo nuevo: el senador demócrata Daniel Patrick Moynihan ya publicó, en 1965, un estudio en el que detallaba las razones y las consecuencias de esa cultura de la pobreza negra. Sin rubor, el senador escribió: "La comunidad negra se ha visto empujada hacia una estructura matriarcal que, dado que no está en consonancia con el resto de la sociedad americana, impone un serio retraso en el progreso de ese grupo en general, e impone un aplastante peso sobre el varón negro". Es decir, padres ausentes, que no trabajan, y madres que deben cuidar de sus hijos a solas, dependientes de la seguridad social.

El diario The New York Times decía recientemente que esa teoría cultural, que está viviendo cierto resurgimiento, es como el pérfido Lord Voldemort en la saga de Harry Potter: "Su nombre no puede ser pronunciado en círculos académicos". Según el sociólogo Charles Gallagher, "de entre todos los argumentos que en el pasado han sustentado las teorías racistas, ahora se ha elegido el de la cultura. Algunos grupos, blancos en su gran mayoría, dicen que las razones de la desigualdad son culturales. Es decir: apuntan hacia comportamientos gregarios de grupo para justificar las elevadas cifras de encarcelamientos o de pobreza entre los afroamericanos. Afirman que esas realidades obedecen a una cultura, la afroamericana, que fomenta el abandono o el absentismo laboral".

El profesor, como otros intelectuales y políticos progresistas de EE UU, disiente. "Lo que se les debería preguntar a aquellos que defienden esa tesis cultural, que esconde un racismo ya clásico, es si los 40 millones de personas que viven bajo el nivel de la pobreza en EE UU son todos vagos", explica. "Lo cierto es que hay toda una serie de indicadores que demuestran que los niños afroamericanos siguen teniendo muchas barreras sociales y educativas, que aún son estructurales, para llegar tan lejos como los blancos. Las respuestas no pueden ser solo culturales o de estilo de vida".

¿Es usted racista sin darse cuenta?
Discriminar con motivo de raza no es algo que siempre se haga de forma reflexiva y consciente. En la mayoría de ocasiones la preferencia de la raza blanca sobre la negra se hace de forma automática e irreflexiva. La Universidad de Harvard lanzó, en 1998, un proyecto online de análisis de las preferencias instantáneas de la ciudadanía, abierto a cualquier internauta, bautizado como Project Implicit. Después de 13 años y 4,5 millones de pruebas efectuadas en países de todo el mundo, una de las conclusiones principales confirma que existe en la sociedad norteamericana una discriminación institucionalizada: entre el 75% y el 80% de las personas caucásicas y asiáticas muestran una preferencia implícita automática de la raza blanca sobre la negra. En el proyecto participan también las universidades de Washington y Virginia.

El test es muy sencillo, y funciona con la asociación de fotos de personas blancas y negras con vocablos y conceptos como bueno o malo, paz y guerra, éxito o fracaso. Aun en personas que creen y defienden que no prefieren una raza sobre la otra, los resultados entre los caucásicos son en su mayoría de preferencia débil, moderada o fuerte hacia su propia raza. Los investigadores aseguran que entre las personas de raza negra las respuestas son más variadas: algunas registran una mayor tendencia a ver positivamente a las personas de su raza y otras prefieren la raza blanca sobre la suya propia.

Fuente: Diario El País (España). Martes, 23/8/2011.

Recomendado:

Libro: "La discriminación positiva en el mundo", Thomas Sowell.

domingo, 7 de agosto de 2011

Relación de la densidad del Estado con el índice de desarrollo humano en las poblaciones.

Estado y desarrollo

Por: Sinesio López (Sociólogo)

Si se relaciona la densidad del Estado con el índice de desarrollo humano en el Perú, el resultado es el siguiente: a más Estado, más desarrollo humano; y a menos Estado, menos desarrollo. Para decirlo con más precisión: aquellas regiones, provincias y distritos que tienen más y mejor Estado tienen también un mayor nivel de desarrollo humano. El año pasado, el PNUD publicó los resultados de una investigación revolucionaria (que comenté oportunamente en esta columna semanal) sobre lo que ese organismo internacional denomina densidad del Estado.

Con este concepto y su respectiva operacionalización, el PNUD medía la presencia del Estado y de sus políticas sociales en las diversas regiones y provincias del país. Se utilizaron diversos indicadores: educación, salud, saneamiento (agua y desagüe) y electricidad; pero se dejaron de lado otras políticas igualmente importantes (seguridad y justicia) probablemente porque son difíciles de cuantificar. Mi hipótesis es que, si hubieran tomado indicadores de justicia (legalidad efectiva) y de seguridad para los ciudadanos, el mapa de la densidad estatal habría presentado contornos más acentuados y precisos.

Desde hace más de una década, el PNUD publica anualmente el índice de desarrollo humano que mide el nivel de bienestar de la población utilizando diversos indicadores de educación, salud (esperanza de vida) y economía (PBI per cápita). Debido a que se repiten los indicadores de educación en ambas mediciones, es mejor relacionar la densidad del Estado con los ingresos familiares per cápita y el resultado es más intenso: a más Estado, más ingresos familiares per cápita, esto es, más desarrollo; y a menos Estado, menos desarrollo. Sociológicamente se puede sostener fundadamente lo siguiente: el nivel de densidad del Estado acompaña la estratificación social, esto es, las clases sociales acomodadas tienen más Estado (salud, educación, justicia y seguridad) que los pobres.

¿Indica la relación entre la densidad del Estado y el nivel de desarrollo (ingresos familiares per cápita) algún tipo de causalidad? Mi hipótesis es que existe entre ambos fenómenos una relación causal que no es lineal sino circular. Es probable, sin embargo, que el primer impulso haya sido lineal y haya provenido del Estado. En efecto, sin seguridad jurídica y sin promoción estatal (políticas económicas monetarias y fiscales, estabilidad macroeconómica, inversión en infraestructura, calificación de la mano de obra) a la acumulación privada (capitalista) no hay crecimiento económico. Esta es la parte del Estado que les encanta a los grandes grupos empresariales y a la derecha. Es su paraíso estatal.

Hay otras partes del Estado que no les gustan para nada (los impuestos para sostener el Estado) y hay otras que francamente rechazan (el reconocimiento de los derechos sociales universales y las políticas de igualdad de oportunidades: educación, salud, justicia y seguridad de calidad para todos). Quieren un Estado sólo para ellos. Ese que actualmente existe, según el mapa de densidad estatal del PNUD. Que los pobres se mueran sin mercado y sin Estado. Y si el Estado pretende asumir un rol promotor del desarrollo de algunos sectores deprimidos de la economía lanzan alaridos como posesos en defensa de la sagrada Constitución de 1993 (promovida por los organismos financieros empresariales, por asaltantes del fisco y por golpistas que querían perpetuarse en el poder).

Tengo la impresión de que la grita proviene más de la derecha política (ignara y primitiva) que de los grandes grupos empresariales, que son pragmáticos. A ellos el actual gobierno les ha garantizado no solo reglas de juego claras y precisas (el Estado que les gusta) para que inviertan y acumulen, sino que también les ha aceptado representantes en el gabinete y en los aparatos económicos. La relación entre el Estado y el mercado (y el desarrollo) depende de la correlación política de fuerzas en el país. Si estas han cambiado, es normal que esa relación cambie de igual modo. Así de simple.

Fuente: Diario La República. Sáb, 06/08/2011.

lunes, 9 de mayo de 2011

Ética de Izquierda. Entre el "reformismo radical" y la "moral de la incomodidad".

Lo que yo creo: una ética de izquierda

Por: Jean Daniel. Director de Le Nouvel Observateur.

He aquí algunas lecciones que he aprendido de mis maestros. Me he convertido en lo que Camus llamaría un "reformista radical". Practico lo que Michel Foucault denominaría una "moral de la incomodidad". Albergo la ambición de alcanzar una "felicidad sin obligación de trascendencia", como creo que habría podido decir Spinoza. Se trata simplemente de una ética de izquierda.

1. Ya no quiero cambiar el mundo; quiero reformarlo. De hecho, creo que el mundo cambia por sí mismo mucho más deprisa que nuestro deseo de cambiarlo. Pero si quiero ser reformista no es solo porque haya renunciado a la revolución, sino porque creo en los progresos, y quiero subrayar que he escrito esta última palabra en plural. Es evidente que ya no se puede creer en el progreso en el sentido en que lo hacían Condorcet, Marx o Auguste Comte. Pero antes de que un águila le devorase el hígado, Prometeo consiguió robar ciertos secretos a Zeus; y entre ellos había algunos que hicieron posible que la humanidad diera un enorme salto hacia en el conocimiento. La reforma consiste en hacer desaparecer aquellos secretos que resultaron ser maléficos.

2. El siglo anterior debería conducirnos a desconfiar de todas las revoluciones, a comprender todas las resistencias y a abrazar el espíritu reformista. A condición que esta conversión se lleve a cabo con un radicalismo que impida que los compromisos se conviertan en componendas. El "reformismo radical" excluye todo relativismo desencantado. Mendes-France decía que la tensión reformadora debe inocular constantemente patetismo en la virtud. La democracia debe ser una pasión.

3. La explosión de los dogmas y de las ideologías debería condenarnos a la humildad y a un verdadero culto de la complejidad. Al margen de las justas políticas y los divertimentos de las polémicas, lo perentorio ya no es soportable. En lo que a mí respecta, he decidido interesarme siempre por las razones de quienes están en desacuerdo conmigo. En este terreno, mi maestro es Raimundo Lulio, un monje mallorquín del siglo XIII que invitaba a los impíos a no escoger entre los tres monoteísmos, sino a formarse su propia síntesis personal.

4. La sabiduría consiste ahora en no separar nunca los conceptos de libertad e igualdad. La primera sin la segunda conduce a la jungla de las competiciones. La igualdad sin libertad lleva a la uniformidad y a la tiranía. Tampoco se debería separar nunca la preocupación por la creación de riquezas de la preocupación por su reparto. El hombre sigue siendo la meta de toda creación.

5. Desde esta óptica, el dinero solo puede ser el símbolo de unamercancía y el instrumento que sirve para hacerla circular mejor. Cuando la especulación conduce a considerar el dinero como un fin y no como un medio, en otras palabras, cuando el capital se "financiariza", la sociedad entera se transforma en una bolsa de valores que ya solo puede optar entre un individualismo cínico y un latrocinio organizado.

6. Según Marx, la violencia viene provocada por el paso de una sociedad a otra, como ocurrió durante la transición del feudalismo al capitalismo. Solo en este caso considera que la violencia es progresista o, si se quiere, revolucionaria. Contrariamente a lo que se repite por doquier, esta noción no es hegeliana. Hegel elogió la Revolución (1789), pero no el Terror (1793), en el que no vio un progreso, sino todo lo contrario: una regresión. No existe pues una fatalidad progresista de la violencia, sino al revés. Soy partidario de una no violencia ofensiva y no sacrificial.

7. No obstante, puede ocurrir que una guerra a la vez "inevitable e inexcusable" sea necesaria por razones de autodefensa. Pero solo podría ser declarada como último recurso, después de descartar todas las demás soluciones. Una vez que se ha decidido ir a la guerra, hay que tener en mente tres reflexiones: a) "Sí, a veces hay que resignarse a la guerra, pero sin olvidar nunca que, pese a la equidad de la causa, eso significa participar de la eterna locura de los hombres" (Barack Obama); b) "Cada vez que un oprimido toma las armas en nombre de la justicia, da un paso en el campo de la injusticia" (Camus); c) "La justicia, esa fugitiva que a menudo deserta del campo de los vencedores" (Simone Weil).

8. No está en el destino de una víctima el seguir siéndolo; después de liberarse, puede convertirse en verdugo. Todos aquellos que aceptan responder a la barbarie con la barbarie, utilizando las mismas armas que sus enemigos y traicionando así los valores por los que combaten deberían tener presente este pensamiento. En tal caso, no hay inocentes, solo vencedores o muertos. En una época en la que la fragmentación de los dogmas y los conflictos de la fe conducen a los fanatismos y en la que cada vez es más difícil hablar de valores universales, un odio debe imponerse -y la palabra no es demasiado fuerte-: el odio hacia todos los absolutos. El principio del exterminio de un pueblo constituye el mal absoluto. Los supervivientes de Auschwitz y Ruanda no deben decirse: "Nosotros nunca más", sino "esto nunca más".

9. Ya en mi más tierna infancia aprendí a considerar la humillación como uno de los peores males de la humanidad. Más aun que las opresiones, las ocupaciones y las alienaciones, la humillación es lo que más profundamente hiere el alma de un individuo o una colectividad. Y lo que está detrás de las revoluciones controladas y de las revoluciones fanáticas.

10. Hay varios medios para no colocar nuestro sillón en el sentido de la resignación ante las desgracias de la vida y la maldición de los hombres. Por ejemplo, considerar que "la vida no es nada, pero nade vale más que una vida" (Malraux), que "no hay que buscar a Dios en ninguna otra parte que en todas partes" (Gide) y que solo la admiración que se transforma en amor puede impedirnos ver la vida como "un cuento lleno de ruido y furor contado por un idiota y que no significa nada" (Shakespeare). De todas formas, como dice magníficamente François Cheng, "todos los juicios, todos los cultos y todos los ritos pueden desaparecer, salvo uno solo, el de la Belleza".

Traducción: José Luis Sánchez-Silva.

Fuente: Diario El País (España). 06/05/2011.

martes, 26 de abril de 2011

Deslegitimación social y política de la economía de mercado. Como frenar la economía especulativa, la volatilidad financiera y la consecuente desigualdad.

Quiebra moral de la economía de mercado

Si la política no recobra su autonomía frente a los mercados financieros y la sociedad no es capaz de manifestar su indignación, no habrá límites a la especulación, la volatilidad financiera y la desigualdad.

Por: Antón Costas. Catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona.

Uno. Los argumentos económicos son insuficientes para comprender las causas profundas del desastre que estamos viviendo. No solo ha habido "fallos" de la regulación financiera y "errores" de política, como dicen los economistas. Hay algo más intrigante: una quiebra moral del nuevo capitalismo que emergió en los años ochenta del siglo pasado.

Si no se toma en consideración esa quiebra moral es imposible comprender la crisis financiera de 2008. Y, lo que es más importante, tampoco se ven algunos de los destrozos que deja: la deslegitimación social de la economía de mercado; una deslegitimación que abarca a las políticas que están haciendo los Gobiernos.

Es descorazonador ver cómo se utiliza el argumento del too big to fail [demasiado grande para caer] con el fin de justificar el rescate público de los bancos y el mantenimiento del empleo y sueldo a los banqueros, haciendo pagar al resto la factura con sus impuestos y recortes de gastos sociales. Esa "medicina", además de culpabilizar a las víctimas, aumentará la desigualdad.

El riesgo es, entonces, el desprestigio de la política democrática y la aparición de problemas serios de gobernabilidad de nuestras sociedades.

Dos. Para comprender las raíces de esa quiebra moral, es necesario cruzar las fronteras del análisis económico y adentrarse en otras disciplinas que captan mejor los fundamentos éticos de la economía, basados en valores como la confianza, la equidad, la justicia o la buena fe en las relaciones económicas; y las consecuencias negativas de la desigualdad, el fraude, el expolio o la corrupción.

Esa convicción me ha llevado a coordinar un ensayo colectivo que en su propio título expresa esa necesidad: La crisis de 2008. De la economía a la política y más allá, editado en la colección Mediterráneo Económico de Fundación Cajamar (www.mediterraneoeconomico.com). Junto a la opinión de economistas, incluye la de filósofos, sociólogos, historiadores, periodistas, ensayistas y novelistas. Aunque sus miradas son diferentes, la polifonía de voces no desentona. Al contrario, ofrece una visión más comprensiva, en la que las voces de los economistas se ven complementadas por la de otros pensadores y científicos sociales.

Tres. Los economistas ofrecen cuatro tipos de explicaciones, no excluyentes entre sí, que descansan sobre la idea de "fallos", "errores" y "desequilibrios".

La primera, atribuye la burbuja de crédito y la asunción de riesgos a los "fallos" de la desregulación financiera que propició la desaparición del viejo modelo de banca prudente y aburrida, que mantenía el riesgo en su propio balance, y fomentó nuevas prácticas ("innovación financiera") que llevaron a la toma de riesgos excesivos para esparcirlos por todo el globo.

La segunda, se centra en los "errores" de una prolongada política de bajos tipos de interés practicadas en Estados Unidos (para evitar la recesión posterior a la explosión de la burbuja punto.com a inicios del 2000), y en Europa (para intentar sacar a Alemania de su anorexia posintegración).

La tercera se fija en los "desequilibrios globales", que hicieron que algunos grandes exportadores de manufacturas, como China y Alemania, en vez de consumir esos ingresos crearan grandes masas de ahorro (global savings glut) que financiaron la burbuja de crédito en EE UU y en la periferia europea.

Una cuarta explicación vincula la burbuja de crédito y la burbuja inmobiliaria con la desigualdad. Incapaces de hacerle frente mediante políticas redistributivas, los Gobiernos habrían utilizado el crédito barato y las políticas de desgravación a la vivienda para compensar la caída de ingresos de las clases medias y trabajadoras. El hecho de que la burbuja inmobiliaria haya sido más intensa en los países del Atlántico Norte, como España, parece apoyar esa hipótesis.

Cuatro. Los no economistas dirigen la mirada hacia otro lugar. Buscan las raíces de la crisis en una "quiebra moral" de la economía que se habría producido en los años noventa.

Estamos ante un fenómeno intrigante. Algo sucedió en los ochenta que invirtió la tendencia a la reducción de la desigualdad desde la II Guerra Mundial. A partir de los ochenta la distribución de la renta se hizo más desigual. Los ricos, especialmente en el sector financiero, se han hecho cada vez más ricos.

Las causas no están claras. Coincidió con cambios de diverso tipo: tecnológicos (las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones), económicos (la globalización), políticos (caída del muro de Berlín) e ideológicos (aparición de la ideología del mercado libre de trabas). Pero parecen haber tenido más influencia las políticas desreguladoras y la debilitación de instituciones que ejercían un cierto control social, como los sindicatos y los medios de comunicación.

La caída del muro de Berlín y del socialismo jugó un papel decisivo. Paradójicamente, no solo dejó huérfano de fundamento ético al socialismo, sino también al capitalismo. La vieja ideología calvinista, basada en la ética del esfuerzo y la responsabilidad individual, dejó paso a una nueva ideología donde la retórica de las "leyes impersonales del libre mercado" impediría juzgar la conducta de los actores desde una perspectiva moral. Es decir, la lógica del mercado haría desaparecer el libre albedrío y, por tanto, la responsabilidad individual. La economía quedaría así liberada de fundamentos éticos.

Esta falacia dio carta de naturaleza al "nuevo héroe" del capitalismo. Un personaje amoral, desacomplejado, libre de cualquier tipo de cortapisas, que lo quiere todo y ahora, que busca maximizar el valor de la acción y su rentabilidad inmediata, y no a la creación de valor económico a largo plazo. Además, se beneficia del paraguas del llamado "riesgo moral": sabe que las consecuencias negativas de sus acciones no las pagará él, sino la sociedad que vendrá a su rescate.

Los economistas han tenido un papel importante en esa quiebra ética. Aunque saben poco de cómo funciona el mundo real, practican una economía arrogante, basada en supuestos idealizados del comportamiento económico, que han utilizado para apoyar políticas de libre mercado. Solo una economía humilde, que reconozca que sabe poco sobre los mercados financieros, será fuente de progreso y estabilidad.

Cinco. Si es cierta esta quiebra moral de la economía, la pretensión bienintencionada de que corrigiendo los "fallos" de la regulación financiera será suficiente para acabar con las conductas amorales y meter al genio de la inestabilidad financiera dentro de la botella es un wishful thinking, una ilusión interesada.

La evidencia de que es una falsa solución está en la rápida reaparición de las mismas conductas de riesgo y sobresueldos protagonizadas por los responsables de las agencias de rating y de las instituciones financieras que causaron el desastre y fueron rescatadas con dinero público. Causa sonrojo ver la desfachatez con que vuelven a practicar las mismas conductas. No es que sean inmorales, son amorales. Practican un "fraude inocente".

Una salida estable y duradera a la crisis requiere una refundación moral del capitalismo. No creo que necesitemos otro capitalismo, pero sí necesitamos salvar al capitalismo de estos capitalistas. El problema es que la política ha perdido autonomía y capacidad para hacerlo. Causa desazón ver la confesión de impotencia de David Cameron en el Parlamento británico al señalar que su Gobierno no puede hacer nada para frenar esas conductas.

Pero si la política no recobra su autonomía frente a los mercados financieros, y la sociedad no es capaz de manifestar su indignación ante estas conductas, no habrá límites eficaces a la economía especulativa, a la volatilidad financiera y a la desigualdad.

De ser así, el mayor riesgo de la próxima década será la creciente ingobernabilidad de nuestras sociedades democráticas. Algunas señales apuntan ya en esa dirección.

Fuente: Diario El País (España). 18/04/2011.

domingo, 10 de abril de 2011

El 80% de los conflictos armados internos entre 1970 y el 2007 tuvo lugar en países en los que un 60% o más de la población tenía menos de 30 años de edad.


Juventud, divino alboroto

Por: Farid Kahhat (Internacionalista)

Porque suelen carecer de ingresos significativos, responsabilidades familiares o un estatus social que proteger, los jóvenes son más proclives a asumir riesgos cuando se movilizan políticamente. Y eso es más relevante mientras mayor sea la proporción que representan dentro de la población en su conjunto: virtualmente no hay sociedad en la que los menores de 30 años representen un 60% o más de la población, que no haya experimentado algún grado de inestabilidad política. Los movimientos contraculturales de los 60 en EE.UU., por ejemplo, están asociados a la generación (inusualmente grande) de los ‘Baby Boomers’, nacida tras la Segunda Guerra Mundial.

Aunque la abundancia de jóvenes suele ser augurio de turbulencias, no es necesariamente augurio de violencia política. Lo que sí es cierto es que los jóvenes suelen ser una proporción exorbitante de quienes se movilizan por un cambio de régimen político en las sociedades contemporáneas, sea que impulsen una transición democrática por medios pacíficos, o que busquen instaurar un régimen revolucionario por la vía de las armas.

Según un reciente artículo de Fareed Zakaria, el 80% de los conflictos armados internos entre 1970 y el 2007 tuvo lugar en países en los que un 60% o más de la población tenía menos de 30 años de edad. Es sintomático que el recuento comience en 1970, dado que en la década del 60 diversos países desarrollados alcanzaban ese umbral sin padecer por ello conflictos armados internos (la emergencia de grupos armados como el Baader-Mainhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia es en lo esencial un fenómeno de la década del 70 y produjo niveles relativamente bajos de violencia política). También es sintomático que el recuento culmine en el 2007, pues hoy en día la mayoría de países árabes supera el umbral del 60% de población menor de 30 años, pero solo en Libia las revueltas han derivado en un conflicto armado interno. Para que haya violencia política a gran escala dentro de un país no basta con que los jóvenes sean una proporción elevada de la población total. Suele ser necesario, además, que sus expectativas (producto de la educación o del acceso a nuevos medios de comunicación) se vean frustradas (por ejemplo, por tasas de desempleo juvenil superiores al 25%, como en la mayoría de países árabes) y que el sistema político no les provea canales legítimos para expresar sus demandas (no en vano la virtual totalidad del mundo árabe padece regímenes autoritarios). Cuando, a pesar de esas circunstancias, surgen movilizaciones de protesta que logran rebasar a las fuerzas policiales, la variable decisiva para determinar la probabilidad de un conflicto armado suele ser la voluntad de las Fuerzas Armadas de recurrir a una represión masiva para preservar el statu quo.

Fuente: Diario El Comercio (Perú). Domingo 10 de Abril del 2011.

sábado, 19 de marzo de 2011

"Una de las cosas que la democracia exige, es el enterarnos en qué consiste ella". La ética de la verdad absoluta y la ética de la duda.

Exigencias de la democracia

Por: Fernando Savater (Filósofo)

En los años heroicos y belicosos a comienzos del pasado siglo, se lanzó en Irlanda la consigna: "¿Qué puedes hacer por tu patria?". Cáustico y provocativo, el joven James Joyce declaró entonces: "No pienso hacer nada por mi patria, pero no me importaría que mi patria hiciese algo por mí". Varias décadas y un par de guerras mundiales después, el filósofo de la política Norberto Bobbio habló -con cierta amargura pero no con derrotismo- de "las promesas no mantenidas de la democracia". Recientemente le ha respondido Gustavo Zagrebelsky, que fue presidente de la Corte Constitucional de Italia y es catedrático de Derecho en la Universidad de Turín, en un libro titulado Contro l'etica della verità (editorial Laterza, 2008): "La democracia no promete nada a nadie, pero nos reclama mucho a todos". Es decir: la retórica patriotera, que en último término sacrifica el individuo a entidades abstractas y huecamente sublimes (el pueblo, la tierra, la sangre...), merece el escepticismo de quien se niega a ser arrastrado por ese turbio juego; pero cuando se trata de la institución de la libertad y la igualdad política, la protesta ante el mundo injusto no puede consistir en deplorar lo que no se nos ha dado, sino en plantearnos lo que aún no nos hemos decidido a hacer.

Una de esas cosas que la democracia pide de nosotros es precisamente enterarnos de en qué consiste la democracia misma: es decir, cuáles son sus modos, sus garantías y las posibilidades que brinda al ciudadano. Qué valores la sustentan y qué ideologías se oponen intrínsecamente a su funcionamiento. Por supuesto estas preguntas no admiten como respuesta dogmas teológicos ni certidumbres verificables semejantes a las adquiridas por medio de las ciencias experimentales, pero tampoco dependen de la opinión asilvestrada de cada cual. Como bien dijo Bertrand Russell, no es lo mismo tener un espíritu amplio que una mente vacía. Precisamente en el libro antes citado, Zagrebelsky distingue -frente a la ética de la verdad absoluta, siempre de raigambre teológica- entre el escepticismo multicultural que cree que cada cual tiene su propia creencia idiosincrásica y todas valen lo mismo y la ética de la duda: el que duda cree en la verdad, la busca, la propone tentativamente, aunque no supone ser su dueño exclusivo y permanece abierto a modificar su planteamiento cuando haya razones mejores para ello.

Precisamente ésta es la aspiración legítima de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, vergonzosamente desacreditada desde sus mismos inicios por una campaña obtusa y mendaz que lleva en su origen el sello inequívoco de la propaganda clerical aceptada acríticamente por personas de sorprendida buena fe y oportunistas políticos. Y no se puede decir que no existan ya libros que sitúan esta aspiración a formar intelectualmente ciudadanos en sus precisas coordenadas, al menos como obras de consulta para los profesores. Acaba de aparecer otro excelente, El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia (editorial Alianza), escrito por un notable plantel de especialistas bajo la dirección de Aurelio Arteta. No sólo responde al programa esencial de la controvertida materia académica, sino que puede servir como inspiración reflexiva para cualquier ciudadano, no importa de qué edad, que desee completar su información sobre cuestiones de las que depende y sobre todo va a depender en el inmediato futuro la armonía de nuestra convivencia.

En efecto, una de las fisuras polémicas por las que ha sido atacada la Educación para la Ciudadanía es la proliferación de libros de texto de todo tipo y condición, muchos de ellos con planteamientos realmente peregrinos que se prestan a la escandalizada caricatura (por no hablar de las iniciativas grotescas como la de la Comunidad Valenciana, que para sabotear la asignatura ha decidido darla en inglés... Por lo visto, no quiere más ciudadanía que la de la Commonwealth). Hubiera sido bueno que -en éste y en otros casos similares- el Ministerio de Educación, en vez de hacer dejación de sus funciones orientadoras asegurando que cada cual puede adaptar el temario a su sesgo ideológico -lo cual inutiliza la función armonizadora de la materia- señalara con su homologación aquellas obras que realmente responden a lo que se pretende en tal empeño formativo. Después, que cada centro elija el manual que prefiera, pero por lo menos quienes de verdad tienen interés sincero en responder a lo que la democracia pide de nosotros, los educadores, sabrían mejor a que atenerse.

Fuente: Diario El País (España). 08/04/2008.
Recomendado:

La primacía del valor moral sobre todos los demás: valores intelectuales, religiosos, estéticos, políticos, etc. Sujeto moral y repulsión moral.

Libro "El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia", Aurelio Arteta y otros. Nacionalismo, Multiculturalismo y Democracia.

lunes, 7 de marzo de 2011

Sudamérica, CEPAL y la dependencia de las expotaciones primarias.

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Ochenta y veinte

Por: Humberto Campodónico (Economista)

A pesar de los cambios de las últimas dos décadas los productos primarios siguen ocupando los primeros lugares en las exportaciones de la Región. Dice la CEPAL que, del 2001 al 2008, su participación aumentó, pasando del 41.1% al 52.9% del total.

Digamos, de entrada, que si se excluye a Brasil el peso de los productos primarios (PP) llega al 70% en promedio para el resto de países.

La composición varía, como es obvio. En Argentina y Brasil los PP están más ligados a la agricultura –soya, trigo y frutas (cítricos, en Brasil)–, mientras que los hidrocarburos son más importantes en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Colombia (CEPAL los llama “países petroleros”). Perú y Chile son los “países mineros”: Chile depende en más del 90% del cobre, mientras que Perú está diversificado: cobre, oro, zinc, plomo y hierro.

No deja de sorprender que en Brasil el 55% de las exportaciones sean PP, así como el 69% en Argentina. Más “normal” es que la Comunidad Andina de Naciones dependa en un 81% de los PP (Perú en 86% y Colombia en “solo” 68%). De su lado, Chile, a pesar de los esfuerzos explícitos de los gobiernos de la Concertación para diversificar su base productiva desde hace una década (algo que en Perú no existe ni de casualidad), sigue teniendo dependencia del 88%.

Hay que resaltar, sin embargo, que el incremento tiene un lado “engañoso” pues refleja el vertiginoso aumento de los precios de los PP que comenzó en el 2005 (cayeron en el 2008, pero a fines del 2009 ya se habían recuperado). Es por eso que son tan importantes para la Región los precios de estos productos, lo que influye sobre los términos del intercambio (la relación entre lo que exportamos versus lo que importamos. Como los precios de los minerales y el petróleo han subido más que los productos agrícolas (ver gráfico, donde el año 2000 = 100), los más favorecidos han sido los “mineros” (Chile y Perú) y “petroleros” (Venezuela, Ecuador, Colombia y Bolivia). No lo han sido tanto el Mercosur y América Central. Pero en el 2011 el alza de precios de los productos agrícolas está batiendo todos los récords. Ergo, hoy toda la Región goza del alza de los PP. Pero esta felicidad es mentirosa porque los precios de los PP son volátiles. Y la salud económica de un país no debe depender de esos precios. Lo que se debe hacer es poner las cosas al revés: debiéramos tener la meta de exportar 20% de productos con valor agregado y solo 20% de productos primarios. Es lo que lograron China, Corea del Sur y los tigres asiáticos, con políticas gubernamentales explícitas de apoyo e impulso a la diversificación del aparato productivo. Aquí todo eso lo ha propuesto Michael Porter, que obtuvo gran consenso en la CADE 2010. Pero poco de esto se escucha en la campaña electoral.

Fuente: Diario La República. Lun, 07/03/2011.

domingo, 13 de febrero de 2011

La Hermandad Musulmana y el nuevo régimen democratico egipcio. El peligro de la permanencia del viejo autoritarismo bajo camuflaje militar en Egipto.

Egipto no es Irán

Por: Farid Kahhat (Internacionalista)

Si bien jóvenes seculares que exigen democracia para su país constituyen la vanguardia de las movilizaciones en Egipto, suele alegarse que no son representativos de la mayoría. Que tarde o temprano la Hermandad Musulmana hará valer sus fueros. Se cree que, dado que son el partido mejor organizado, con más militantes, y con las mayores redes clientelares, ganarían con facilidad unas elecciones democráticas. Si eso fuera cierto, el PRI jamás habría perdido una elección nacional en México. Las características descritas están asociadas con la existencia de un voto cautivo, pero no necesariamente mayoritario.

Además, la Hermandad Musulmana dice respaldar un régimen democrático, basado en el sufragio universal, la rotación pacífica en los cargos de elección popular y la separación de poderes. Dados sus antecedentes, es legítimo que sus credenciales democráticas motiven suspicacias. Pero en el norte de África eso también es cierto respecto del Gobierno Francés (que ofrecía asesoría contra los disturbios al dictador tunecino en la víspera de su partida), o al Gobierno Estadounidense que durante 30 años concedió una ayuda anual de unos 1.500 millones de dólares a Egipto).

Se dice que la Hermandad Musulmana pondría en práctica la máxima “Un ciudadano, un voto, una sola vez”. Un escenario que jamás ocurrió en ninguna parte: donde grupos islamistas equivalentes obtuvieron buenos resultados electorales en Medio Oriente (por ejemplo, en Jordania, Marruecos, o Turquía), la experiencia posterior no respalda esas previsiones. Consciente de ser el pretexto para justificar el autoritarismo, esa organización anunció que no presentará candidato a la presidencia, ni aspira a ocupar ministerio alguno tras las elecciones de setiembre.

De otro lado, la comparación con Irán muestra diferencias cruciales. En Irán el punto de inflexión fue el Viernes Negro, día en que las Fuerzas Armadas abrieron fuego contra manifestantes inermes en la plaza Jaleh, en Teherán. Al no disparar contra los manifestantes, las Fuerzas Armadas egipcias mantienen su cadena de mando y autonomía política. Por eso, el mayor riesgo ahora no es un nuevo Irán, sino el viejo autoritarismo bajo camuflaje militar. Por lo demás, el petróleo concede al régimen iraní un margen de maniobra del que carecerá cualquier régimen en Egipto, país cuya economía depende de su relación con Occidente.

Finalmente, si de paralelos se trata, la última revuelta popular que derrocó a un régimen autoritario en un país de mayoría musulmana no fue la de Irán en 1979, sino la de Indonesia en 1998. Es decir, un país que es hoy en día un Estado pacífico, democrático y próspero.

Fuente: Diario El Comercio (Perú). Domingo 13 de Febrero del 2011.
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domingo, 6 de febrero de 2011

Historia comparada: Pinochet - Franco y la violación de derechos humanos bajo la dictadura. Amnistía y Comisión de la Verdad pendiente.

El ansiado olvido

Por: Julián Casanova. Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

Decía el embajador estadounidense en Chile, en un cable confidencial enviado a Washington a comienzos de 2007, poco después de la muerte de Pinochet, que los chilenos miraban con menos rencor al pasado, a su dictadura, que los españoles a la de Franco. El comentario, aunque superficial y bastante inexacto, puede servir para introducir algunas observaciones de historia comparada, de similitudes y diferencias entre ambas dictaduras, y sobre la forma en que son recordadas.

Pinochet aprendió muchas cosas de Franco. El dictador chileno, como antes había hecho el español, intentó imponer una visión histórica que legitimara la necesidad del golpe de Estado y lo presentara como salvador de la nación. Durante sus dictaduras, Franco y Pinochet festejaron el 18 de julio en España y el 11 de septiembre en Chile como un mito fundacional de "salvación nacional" frente a la revolución marxista. Esa versión oficial, establecida a partir del control de la educación, de la censura y de la persecución a quien se oponía públicamente, generó políticas de desinformación y de manipulación de la historia, muy difíciles de combatir durante las respectivas transiciones a la democracia.

El golpe de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, no provocó una guerra civil y su dictadura, de 17 años, duró 20 menos que la de Franco. Después de miles de asesinatos y de violencias masivas de los derechos humanos, ambos dictadores gozaron de amplios apoyos entre sus ciudadanos. Franco murió en la cama y nunca tuvo que preocuparse de responder a cargos sobre crímenes contra la humanidad. Pinochet sobrevivió 16 años a su Gobierno autoritario y su arresto en Londres, en octubre de 1998, abrió en Chile una profunda discusión sobre el pasado, en la que afloraron con toda su crudeza las historias y memorias enfrentadas de militares y de familiares de los desaparecidos y víctimas de la represión.

El legado de los crímenes de las dos dictaduras se abordó de forma muy diferente en los dos países. En España, tras la Ley de Amnistía aprobada el 15 de octubre de 1977, el Estado renunciaba a abrir en el futuro cualquier investigación judicial o a exigir responsabilidades contra "los delitos cometidos por los funcionarios públicos contra el ejercicio de los derechos de las personas". Bajo el recuerdo traumático de la guerra, interpretada como una especie de locura colectiva, con crímenes reprobables en los dos bandos, y el del miedo impuesto por la dictadura, nadie habló entonces de crear comisiones de la verdad que investigaran los miles de asesinatos y la sistemática violación de los derechos humanos practicada hasta el final por Franco y sus fuerzas armadas.

En Chile, por el contrario, y pese a que la democracia, bajo la vigilancia y el corsé impuesto por el tirano todavía vivo, no pudo derogar la amnistía que se habían concedido los propios militares con la Ley de 1978, el primer presidente democrático, Patricio Alwin, decidió establecer una Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. No se podía llegar a la reconciliación nacional, pensó Alwin, sin antes conocer y reconocer a los desaparecidos y víctimas de la violencia de las fuerzas armadas. Formada, bajo la presidencia del prestigioso jurista Raúl Rettig, por expertos en derechos humanos, pero también por partidarios de la dictadura, como el historiador Gonzalo Vial Correa, la Comisión entregó su informe, de 1.350 páginas, el 8 de febrero de 1991, menos de un año después del encargo oficial.

El informe Rettig, interpretado por los militares chilenos como un ataque a su honor y dignidad, fue un hito en el proceso de reconstrucción de la democracia y de la memoria colectiva. En España, durante la transición, y en la larga década posterior de Gobiernos socialistas, no hubo políticas de reparación, jurídica y moral, de las víctimas de la guerra y de la dictadura. No solo no se exigieron responsabilidades a los supuestos verdugos, tal y como marcaba la Ley de Amnistía, sino que tampoco se hizo nada por honrar a las víctimas y encontrar sus restos.

Por eso, no resulta sorprendente que cuando comenzó a plantearse entre nosotros, por fin, casi tres décadas después de la muerte de Franco, la necesidad de políticas públicas de memoria, como se había hecho en otros países, apareciera un enérgico rechazo de quienes más incómodos se encontraban con el recuerdo de la violencia, con la excusa de que se sembraba el germen de la discordia y se ponían en peligro la convivencia y la reconciliación. Acostumbrados a la impunidad y al olvido del crimen cometido desde el poder, se negaron, y se niegan, a recordar el pasado para aprender de él.

Para muchos españoles, el rechazo de la dictadura y de las violaciones de los derechos humanos no ha formado parte de la construcción de su cultura política democrática. Y por eso tenemos tantas dificultades para mirar con libertad, conocimiento y rigor a las experiencias traumáticas del siglo XX. Parece que estemos en un eterno debate y, en realidad, seguimos rodeados de miedos y mentiras. Y, lo que es más importante para el futuro, sin claras políticas educativas y culturales sobre los derechos humanos.

Fuente: Diario El País (España). 06/02/2011.

lunes, 31 de enero de 2011

Pedro Pablo Kuczynski, Wikileaks y los intereses mineros.

Wikileaks: EE.UU. consideró a Kuczynski un aliado fundamental en temas de minería

El embajador de EE.UU. en Lima, James Curtis Struble, envía un informe secreto en 2005 en el que expresa su satisfacción con el nombramiento de Pedro Pablo Kuczynski como primer ministro, tras los hechos acontecidos en Majaz.

“Con el nombramiento de Pedro Pablo Kuczynski, tenemos un aliado influyente del gobierno, en una posición que está dispuesto a abordar la cuestión de ilegalidad en las comunidades mineras”, señala el cable diplomático publicado por el diario británico The Guardian.

Asimismo, Curtis Struble afirma que las recientes declaraciones de PPK acerca de “poner la casa en orden”, les permitirá establecer el control de los caminos donde transita el comercio. “Eso es alentador”, indica el documento del 19 de agosto de 2005.

La reunión de las mineras

Esto después que los embajadores de EE.UU. y Canadá organizarán una reunión el 11 de agosto de 2005 para los representantes de las empresas mineras internacionales que revisen sus dificultades de funcionamiento en el Perú y para coordinar los esfuerzos para mejorar el clima de inversión.

En la reunión, que tuvo lugar poco después de la violencia contra la exploración de la firma británica Majaz, participaron las empresas mineras internacionales en el Perú como Antamina, Newmont (Minera Yanacocha), Minera Quellaveco, Barrick, BHP Billiton (mina Tintaya).

“El consenso entre las empresas es que las fuerzas radicales (Partido Comunista-Patria Roja, los traficantes de drogas y de los comités rurales de defensa - ronderos) son cada vez más activo en las comunidades rurales, buscando orientar las operaciones mineras en todo el país”, detalla el informe del embajador estadounidense.

Culpan a ONG’s

El funcionario de la Minera Quellaveco, culpó a las ONG’s Oxfam y América y Amigos de la Tierra, señalando las dos organizaciones internacionales están fomentando actitudes contra de la minería.

En tanto, Felipe Cantuarias, vicepresidente de Comercial y de Asuntos Corporativos de Minera Antamina (cobre y productora de zinc), señaló que las empresas tratan con un fenómeno nuevo: los políticos locales que promueven la violencia tienen vínculos con ronderos y los cultivadores de coca.

Presiones al Gobierno

Mientras que el mismo embajador Struble recomendó que las embajadas en conjunto le hagan recordar al gobierno peruano, los beneficios de la minería moderna como los sueldos más altos que reciben todos aquellos que trabajan con minería.

El ejecutivo de Antamina fue más allá y recomendó que” los diplomáticos se reúnan como grupo con el Ministerio de Educación para promover una rotación de profesores - a menudo los miembros de la unión radical del SUTEP profesores y Patria Roja - en las comunidades mineras conflictiva”.

También sugirió a las embajadas instar a la Iglesia Católica para girar obispos que operan en estas regiones. Los embajadores acordaron considerar esto, pero pidieron ejemplos específicos de los profesores contra la minería y los sacerdotes, que se dedican a actividades inapropiadas.

Fuente: Diario La República (Perú). Lun, 31/01/2011.

domingo, 16 de enero de 2011

EE.UU-China, teoría de la transición de poder. Política económica exterior y complementariedad de mercados.

China, EE.UU. y los agoreros

Por: Farid Kahhat (Analista Internacional y catedrático de la PUCP).

Según la teoría de la transición de poder, cuando una mayor tasa de crecimiento en la economía de una potencia emergente le permite colocarse a tiro de piedra del poderío militar de la potencia dominante, y ambas no eran aliadas antes de producirse esa evolución, lo más probable es que los conflictos de interés entre ellas se diriman por la vía de las armas. Lo cual augura un futuro sombrío para las relaciones entre China y Estados Unidos.

Existen, sin embargo, razones para dudar de esas previsiones. Por ejemplo, cuando se define la guerra como un medio para lograr fines políticos, se asume que su utilidad relativa depende de un cálculo costo-beneficio.

De ser así, una guerra entre estados dotados, tanto de armas nucleares como de misiles balísticos intercontinentales, es el medio más costoso que se pueda imaginar. Tan costoso, que es virtualmente imposible concebir un fin que amerite su empleo. Y si bien es teóricamente posible que una guerra entre potencias nucleares se mantenga en el plano convencional, la razón por la que nadie se atrevió a iniciar una es que no hay forma de establecer con certeza el umbral que habría que atravesar antes de que alguna de las partes decida usar bombas atómicas.

Pero incluso una guerra convencional podría implicar un costo prohibitivo entre países altamente interdependientes, dado que al costo del uso de la fuerza se sumaría la pérdida de los beneficios que proporciona la cooperación económica. China es, por ejemplo, el segundo socio comercial de Estados Unidos, mientras este país es el primer socio comercial de China. Las empresas de matriz estadounidense son la principal fuente de inversión extranjera en la economía china, mientras que los fondos soberanos del Estado Chino son una fuente creciente de inversión extranjera en Estados Unidos.

Claro que podría haberse dicho algo similar respecto al comercio y la inversión entre Alemania y Gran Bretaña en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Pero existen grandes diferencias entre ambos casos, comenzando por una ya mencionada: ni Alemania ni Gran Bretaña eran potencias nucleares. Existen además formas de interdependencia económica entre China y Estados Unidos que no existían entre Alemania y Gran Bretaña. Por ejemplo, las reservas internacionales de China contienen una gran cantidad de bonos del tesoro estadounidense: es decir, el Estado Chino es uno de los principales acreedores de la deuda contraída por el Estado norteamericano.

Lo anterior no implica que no existan conflictos de intereses entre ambos países, pero sí que ambos tienen un interés común en mantener esos conflictos bajo control. Y para ese fin cuentan con instituciones multilaterales que no existían antes de la Primera Guerra Mundial. Estas han contribuido a crear reglas de juegos compartidas, mecanismos de resolución de conflictos y una economía internacional abierta.

La historia del siglo XX muestra la relevancia de este último punto: allí donde las fronteras económicas coincidían con las fronteras políticas, la expansión territorial podía ser un medio necesario para garantizar el acceso a recursos naturales. En una economía internacional abierta se puede acceder a ellos a través del comercio y la inversión (regla que admite excepciones: los materiales fisibles y los combustibles fósiles). Eso contribuye a explicar la diferencia entre la conducta exterior del Japón antes de la Segunda Guerra Mundial y después de esta. Para no mencionar la conducta de la propia China, cuya política exterior fuera de su región es en lo esencial una política económica exterior.

De cualquier modo, los estudios cuantitativos realizados en las últimas décadas no encontraron una relación necesaria entre las variables que proponía la teoría de la transición de poder: la diferencia en las tasas de crecimiento entre dos estados no parece tener mayor influencia sobre la probabilidad de que ocurra una guerra entre ellos.

Fuente: Diario El Comercio (Perú). 16 de Enero del 2011.

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