domingo, 10 de abril de 2011

El 80% de los conflictos armados internos entre 1970 y el 2007 tuvo lugar en países en los que un 60% o más de la población tenía menos de 30 años de edad.


Juventud, divino alboroto

Por: Farid Kahhat (Internacionalista)

Porque suelen carecer de ingresos significativos, responsabilidades familiares o un estatus social que proteger, los jóvenes son más proclives a asumir riesgos cuando se movilizan políticamente. Y eso es más relevante mientras mayor sea la proporción que representan dentro de la población en su conjunto: virtualmente no hay sociedad en la que los menores de 30 años representen un 60% o más de la población, que no haya experimentado algún grado de inestabilidad política. Los movimientos contraculturales de los 60 en EE.UU., por ejemplo, están asociados a la generación (inusualmente grande) de los ‘Baby Boomers’, nacida tras la Segunda Guerra Mundial.

Aunque la abundancia de jóvenes suele ser augurio de turbulencias, no es necesariamente augurio de violencia política. Lo que sí es cierto es que los jóvenes suelen ser una proporción exorbitante de quienes se movilizan por un cambio de régimen político en las sociedades contemporáneas, sea que impulsen una transición democrática por medios pacíficos, o que busquen instaurar un régimen revolucionario por la vía de las armas.

Según un reciente artículo de Fareed Zakaria, el 80% de los conflictos armados internos entre 1970 y el 2007 tuvo lugar en países en los que un 60% o más de la población tenía menos de 30 años de edad. Es sintomático que el recuento comience en 1970, dado que en la década del 60 diversos países desarrollados alcanzaban ese umbral sin padecer por ello conflictos armados internos (la emergencia de grupos armados como el Baader-Mainhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia es en lo esencial un fenómeno de la década del 70 y produjo niveles relativamente bajos de violencia política). También es sintomático que el recuento culmine en el 2007, pues hoy en día la mayoría de países árabes supera el umbral del 60% de población menor de 30 años, pero solo en Libia las revueltas han derivado en un conflicto armado interno. Para que haya violencia política a gran escala dentro de un país no basta con que los jóvenes sean una proporción elevada de la población total. Suele ser necesario, además, que sus expectativas (producto de la educación o del acceso a nuevos medios de comunicación) se vean frustradas (por ejemplo, por tasas de desempleo juvenil superiores al 25%, como en la mayoría de países árabes) y que el sistema político no les provea canales legítimos para expresar sus demandas (no en vano la virtual totalidad del mundo árabe padece regímenes autoritarios). Cuando, a pesar de esas circunstancias, surgen movilizaciones de protesta que logran rebasar a las fuerzas policiales, la variable decisiva para determinar la probabilidad de un conflicto armado suele ser la voluntad de las Fuerzas Armadas de recurrir a una represión masiva para preservar el statu quo.

Fuente: Diario El Comercio (Perú). Domingo 10 de Abril del 2011.

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