lunes, 1 de octubre de 2012

Teorías sobre formación de partidos, debilidad partidaria en el Perú y surgimiento de las “coalición de independientes”.



Coalición

Por: Eduardo Dargent (Politólogo)

¿Por qué no se formaron partidos políticos nacionales en Rusia tras la caída del comunismo? A fin de responder a esta pregunta, Henry Hale (“Why not parties in Russia?” Cambridge U. Press, 2005) propone una teoría para explicar por qué los políticos se articulan en organizaciones nacionales. Su explicación se centra en la importancia para los candidatos de contar con recursos materiales e ideológicos/simbólicos para lograr su elección. Partidos fuertes con capacidad de ofrecer ideas/temas atractivos y recursos a sus candidatos harán muy difícil que independientes busquen el éxito por su cuenta; “cerrarán” el mercado electoral. Pero llegar a esa posición de dominio no es un proceso automático, depende en buena cuenta de poseer algunos de los recursos antes señalados. Para Hale no hubo partidos nacionales en Rusia porque estas nacientes organizaciones se toparon con lo que llamaron “sustitutos partidarios”: vehículos electorales que por diversas razones eran más atractivos que los partidos. En el caso de Rusia, estos sustitutos fueron organizaciones políticas regionales y partidos locales financiados por grandes empresas recientemente privatizadas. Sin capacidad de competir con estos sustitutos, los nacientes partidos nacionales rusos no lograron establecerse.

Dialogando con Hale y otras teorías sobre formación de partidos, Mauricio Zavaleta, politólogo de la PUCP y asesorado por Steve Levitsky, acaba de defender una tesis muy valiosa para entender la debilidad partidaria en el Perú. Zavaleta, como Hale, argumenta que, a nivel regional, en el Perú existe un sustituto partidario más atractivo que los partidos nacionales, lo que denomina la “coalición de independientes”.

Si bien la tesis se centra en la política regional, las listas congresales también se describen como una coalición de independientes. Tras analizar las tres elecciones regionales realizadas hasta la fecha, Zavaleta demuestra que la coalición es el vehículo electoral más común en estas competencias. Los políticos de una región se unen para enfrentar en mejores condiciones la elección. Cada uno trae consigo algo de capital político, sea recursos, prestigio o personal de campaña. Contar con un logo común, cumplir con los requisitos de inscripción, así como realizar campañas coordinadas, son todos incentivos fuertes para esta unión electoral.

Estos incentivos, sin embargo, no son suficientes para que la organización tenga vocación de continuidad. Si uno mira los resultados de una elección podría pensar que en el país hay partidos regionales articulados con cierta llegada provincial y distrital. Pero vistos a través del tiempo, lo más común son organizaciones que se crean para la elección y que luego desaparecen. La coalición de independientes se desintegra en forma tan rápida como surge, a la espera de una nueva elección en la que se forjarán nuevas alianzas.

En su capítulo final, Zavaleta estudia algunos casos de mayor articulación y continuidad (por ejemplo, el Apra en algunas regiones, APP, Chim Pum Callao o Nueva Amazonía), así como las causas que explicarían esta mayor organización. Estas excepciones se explican, entre otras razones, por recursos abundantes de un empresario político o por la necesidad de competir con otro partido organizado. Pero no hay que perder de vista que incluso estos casos de “éxito” son débiles si los comparamos con partidos regionales de otros países. Ninguno ha mostrado todavía ser mucho más que su líder fundador.

Como toda buena tesis, Zavaleta no solo adapta las ideas de Hale para el caso peruano, sino que también ofrece lecciones para la teoría comparada sobre formación de partidos. Los partidos políticos nacionales no solo tendrán dificultades de formarse cuando existan sustitutos partidarios fuertes a nivel local, como en Rusia. El caso peruano muestra que incluso sin sustitutos fuertes es posible que los partidos no se formen, pues las alianzas electorales precarias serán vehículos atractivos para los candidatos locales. ¿Para qué invertir en crear partidos si puedo ser elegido sin ellos? Los hallazgos son relevantes para el estudio de otras democracias en las que las elecciones se suceden sin que emerjan partidos nacionales fuertes.

Y claro, la tesis ofrece lecciones a quienes buscan soluciones a la debilidad partidaria en el país, aunque estas lecciones sean pesimistas. Sin incentivos poderosos (ideológicos o un aumento considerable de recursos), construir partidos será un reto enorme en el Perú. En resumen, un excelente y creativo trabajo que espero sea publicado muy pronto.

Fuente: Diario 16 (Perú). 30 de septiembre del 2012.

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