Ética y política
Por: Sinesio López Jiménez (Sociólogo)
Las relaciones entre la ética y la política son difíciles, pero debieran ser armoniosas. El logro de fines buenos en la política no siempre va acompañado por medios igualmente buenos. Esta tensión entre fines y medios en el campo de la política plantea la necesidad de la ética, según Maquiavelo y Max Weber. Estos autores concentraron sus observaciones en el manejo del uso de la violencia (monopolizada por el Estado en el caso de Weber) para conseguir fines legítimos: la conquista, la expansión y la conservación del poder. Maquiavelo aconsejaba economizar la violencia cuando no se podía suprimirla, esto es, colocaba el valor de la vida entre los fines buenos y los medios violentos. No es cierto, por consiguiente, que Maquiavelo haya sido maquiavélico (negador de la ética), como pensaba Croce entre otros. Weber aconsejaba algo parecido: la ética de responsabilidad, esto es, desplegar las políticas (de uso de la fuerza) pensando en sus consecuencias.
La ética, sin embargo, no se plantea solo con respecto a la política del uso de la violencia, sino también en el manejo de las políticas públicas, esto es, las políticas económicas y las políticas sociales. Me permito formular al respecto un conjunto de preguntas incómodas pero necesarias que los políticos, especialmente los gobernantes y exgobernantes (algunos de los cuales son candidatos), deben responder. ¿Es ético gobernar para los ricos?, ¿las políticas económicas que favorecen abiertamente a las grandes corporaciones son limpios actos de generosidad de los gobernantes?, ¿los convenios de estabilidad tributaria son gratuitos?, ¿y su terca mantención por los diversos gobiernos es gratuita?, ¿la política del óbolo minero es gratuita?, ¿las privatizaciones se manejaron y se manejan con transparencia?, ¿las concesiones que se hacen a diario están libres de toda sospecha?, ¿las exoneraciones tributarias al capital en la bolsa de valores son gratuitas? Etc.
Las preguntas aluden evidentemente a las relaciones turbias entre los políticos y los grandes empresarios. Estos quieren hacer dinero fácil y en grande comprando a los políticos y estos buscan enriquecerse gobernando para los ricos. En estas turbias relaciones existe una perversa confusión entre fines y medios. Los ricos buscan lograr sus fines legítimos de enriquecerse (así es el capitalismo) apelando a la corrupción de los políticos y éstos dejan de lado sus fines legítimos (la búsqueda del interés general o del bien común) para enriquecerse (como los empresarios) gobernando para éstos. ¿Pueden ser diferentes las relaciones entre políticos y grandes empresarios? Me parece que es difícil cambiar esas relaciones porque los políticos tienden a encubrir su corrupción en relación con los grandes empresarios con discursos grandilocuentes: el progreso del país, el desarrollo, el empleo.
Pese a ello, es necesario que la ética rija las políticas económicas y sociales de los gobernantes por el bien de todos. Hay varias maneras de lograrlo, pero dos son las principales. En primer lugar, es necesario diferenciar claramente entre los fines (el bien público) y los medios (lícitos) de los políticos en el manejo de las políticas públicas y los fines de los empresarios (acumulación de la riqueza) y sus medios legítimos (explotación de los recursos naturales y de los trabajadores respetando derechos). En segundo lugar, es necesario fortalecer y coordinar las políticas autónomas de control horizontal de las instituciones, de control vertical de los ciudadanos y de control social de las organizaciones de la sociedad civil.
Además de la corrupción existe también la perversión política y social. Gobernar para los ricos con el apoyo de los pobres es una perversión política y social que Odría y Fujimori alcanzaron y que García envidia. El mayor acto de perversión política y social al que ha llegado García es amenazar con un golpe de Estado si se ponen en cuestión los intereses de los ricos.
Fuente: Diario La República (Perú). Vie, 31/12/2010.
Por: Sinesio López Jiménez (Sociólogo)
Las relaciones entre la ética y la política son difíciles, pero debieran ser armoniosas. El logro de fines buenos en la política no siempre va acompañado por medios igualmente buenos. Esta tensión entre fines y medios en el campo de la política plantea la necesidad de la ética, según Maquiavelo y Max Weber. Estos autores concentraron sus observaciones en el manejo del uso de la violencia (monopolizada por el Estado en el caso de Weber) para conseguir fines legítimos: la conquista, la expansión y la conservación del poder. Maquiavelo aconsejaba economizar la violencia cuando no se podía suprimirla, esto es, colocaba el valor de la vida entre los fines buenos y los medios violentos. No es cierto, por consiguiente, que Maquiavelo haya sido maquiavélico (negador de la ética), como pensaba Croce entre otros. Weber aconsejaba algo parecido: la ética de responsabilidad, esto es, desplegar las políticas (de uso de la fuerza) pensando en sus consecuencias.
La ética, sin embargo, no se plantea solo con respecto a la política del uso de la violencia, sino también en el manejo de las políticas públicas, esto es, las políticas económicas y las políticas sociales. Me permito formular al respecto un conjunto de preguntas incómodas pero necesarias que los políticos, especialmente los gobernantes y exgobernantes (algunos de los cuales son candidatos), deben responder. ¿Es ético gobernar para los ricos?, ¿las políticas económicas que favorecen abiertamente a las grandes corporaciones son limpios actos de generosidad de los gobernantes?, ¿los convenios de estabilidad tributaria son gratuitos?, ¿y su terca mantención por los diversos gobiernos es gratuita?, ¿la política del óbolo minero es gratuita?, ¿las privatizaciones se manejaron y se manejan con transparencia?, ¿las concesiones que se hacen a diario están libres de toda sospecha?, ¿las exoneraciones tributarias al capital en la bolsa de valores son gratuitas? Etc.
Las preguntas aluden evidentemente a las relaciones turbias entre los políticos y los grandes empresarios. Estos quieren hacer dinero fácil y en grande comprando a los políticos y estos buscan enriquecerse gobernando para los ricos. En estas turbias relaciones existe una perversa confusión entre fines y medios. Los ricos buscan lograr sus fines legítimos de enriquecerse (así es el capitalismo) apelando a la corrupción de los políticos y éstos dejan de lado sus fines legítimos (la búsqueda del interés general o del bien común) para enriquecerse (como los empresarios) gobernando para éstos. ¿Pueden ser diferentes las relaciones entre políticos y grandes empresarios? Me parece que es difícil cambiar esas relaciones porque los políticos tienden a encubrir su corrupción en relación con los grandes empresarios con discursos grandilocuentes: el progreso del país, el desarrollo, el empleo.
Pese a ello, es necesario que la ética rija las políticas económicas y sociales de los gobernantes por el bien de todos. Hay varias maneras de lograrlo, pero dos son las principales. En primer lugar, es necesario diferenciar claramente entre los fines (el bien público) y los medios (lícitos) de los políticos en el manejo de las políticas públicas y los fines de los empresarios (acumulación de la riqueza) y sus medios legítimos (explotación de los recursos naturales y de los trabajadores respetando derechos). En segundo lugar, es necesario fortalecer y coordinar las políticas autónomas de control horizontal de las instituciones, de control vertical de los ciudadanos y de control social de las organizaciones de la sociedad civil.
Además de la corrupción existe también la perversión política y social. Gobernar para los ricos con el apoyo de los pobres es una perversión política y social que Odría y Fujimori alcanzaron y que García envidia. El mayor acto de perversión política y social al que ha llegado García es amenazar con un golpe de Estado si se ponen en cuestión los intereses de los ricos.
Fuente: Diario La República (Perú). Vie, 31/12/2010.
Hola muchas gracias por esta info. me sirvio mucho para mi reporte de trabajo Gracias. Saludos
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