Los politólogos salen a la calle
Les llaman Generación Post-Tanaka, en alusión al sociólogo del IEP que es su principal referencia. Lo suyo no es escribir encerrados en sus gabinetes, sino salir a la calle, entrevistar a los políticos y conocer de primera mano lo que pasa. En la campaña sacaron un libro que diseccionaba a los candidatos presidenciales. Hace unos días sacaron otro que explica el rumbo que seguirán los partidos de cara al 2016.
Por: Óscar Miranda
Alrededor de una Coca Cola y dos Pilsen heladas, cuatro jóvenes politólogos confeccionan una lista sobre los libros de referencia de la Ciencia Política peruana. “Clases, Estado y Nación tiene que estar”, dice Rodrigo Barrenechea, y Carlos León Moya asiente: Julio Cotler es un maestro. “El de Martín (Tanaka)”, aporta León, refiriéndose a Los espejismos de la democracia. Carlos Meléndez cree que uno fundamental es el del recientemente fallecido Carlos Franco: Acerca del modo de pensar la democracia en América Latina, y Barrenechea se muestra de acuerdo: “Pero no fue muy difundido”. Los comensales del Queirolo coinciden en que el problema de Franco fue que estuvo “fuera del circuito”. Argollas, amistades, ese tipo de cosas.
“Hay muy buenos trabajos que muchas veces se quedan sin publicar”, dice Adriana Urrutia. “A veces para publicar hay que tener amigos… Y nosotros somos amigos de Meléndez”. Todos se matan de risa, sobre todo el aludido. Meléndez es un politólogo respetado académicamente pero, además, es un personaje popular en el mundillo de los blogs y las redes sociales, un francotirador que desde un sótano en la Universidad de Notre Dame (Indiana) –donde hace el doctorado– goza disparando contra los intelectuales de izquierda bajo el alias de El Jorobado.
Meléndez, Urrutia, León y Barrenechea forman parte de una nueva hornada de científicos sociales aparecidos a partir del 2008 y que están mandando al olvido el estereotipo del politólogo tradicional, encerrado en su gabinete al pie de una montaña de libros. Para escribir sobre la política peruana, estos jóvenes salen a la calle, entrevistan a los líderes y cuadros de los partidos y, en algunos casos, se involucran en sus actividades partidarias.
El libro Post candidatos. Guía analítica de supervivencia hasta las próximas elecciones (Mitin Editores, 2011), que acaban de publicar junto a otros miembros de su generación como Eduardo Dargent, Sofía Vera, Arturo Maldonado y varios otros, es un testimonio de esta nueva escuela.
La marca generacional
Su tridente de avanzada lo constituyen Meléndez, Alberto Vergara y Eduardo Dargent. Hace un año, los dos primeros fueron los editores de La iniciación de la política, un libro que nació como un homenaje por los 10 años de Los espejismos de la democracia –el clásico de su amigo y mentor Martín Tanaka– y que se convirtió en una suerte de manifiesto de ruptura generacional con la vieja guardia (Cotler, Sinesio López, Guillermo Rochabrún, Nicolás Lynch y un larguísimo etcétera). Los incidentes de la presentación se recuerdan hasta hoy: el septuagenario Cotler, comentarista, atacando el libro despiadadamente, y los treinteañeros Vergara y Meléndez respondiéndole sin achicarse y hasta con ironía, reprochándole al venerable investigador cosas como no haber leído a Mex Webber. ¡Qué insolencia!
En marzo, Meléndez publicó una nueva compilación. Esta vez no fueron ensayos académicos sino un conjunto de textos, a caballo entre el ensayo y la crónica política, al que tituló Anti-Candidatos. Guía analítica para unas elecciones sin partidos. Para el efecto convocó a politólogos reconocidos como Vergara y Yusuke Murakami, pero también a jóvenes promesas de la ciencia política, como Carlos León, Rodrigo Barrenechea y Sofía Vera, para que contaran, de una manera fresca y despojada de solemnidades, la historia de los partidos y candidatos que disputaron las últimas elecciones presidenciales.
El libro tuvo éxito y se agotó. Post Candidatos es su continuación y complemento (hasta las próximas elecciones).
Con ganas de ‘jorobar’
“Egresado de la PUCP. Ha publicado impunemente libros y artículos, y ahora sigue escribiendo este blog para joder a todos (incluso a sí mismo)”. Tal es la presentación del blog de Meléndez, El Jorobado de Notre Dame. En el circuito académico hay gente que lo odia o que sencillamente lo desprecia a causa de sus posts provocadores e irrespetuosos. Pero todos lo leen.
Meléndez (34) se ha ganado, a pulso, el odio de los intelectuales de izquierda escribiendo posts tan faltosos como los titulados “El intelectual El Bocón” (que no tiene lectores pero sí hinchas) y “El politólogo regio”, y artículos como “Muchachito del ayer”, publicado en la revista Quehacer, en el que golpeó a toda la izquierda, sin mencionar nombres pero con alusiones tan directas que varios de sus amigos lo llamaron para quejarse.
Lo curioso es que hasta hace unos años Meléndez aún podía considerarse amigo de varios de los académicos de los que se burlaba. Formado como sociólogo en la PUCP, trabajó en la Comisión de la Verdad, en ONGs dirigidas por Rolando Ames y Rafael Roncagliolo y es hasta hoy investigador asociado del Instituto de Estudios Peruanos. Por supuesto, a causa de sus textos, muchos de sus ex profesores y ex jefes, como Carlos Iván Degregori, le dejaron de hablar. Tanaka le aconsejó que parara la mano. Cerró su blog unas cuantas veces. Ahora ya no jode como antes.
“Sí, reconozco que me he excedido en ocasiones. Ya no lo hago”, dice. Desde que sacó La iniciación de la política con Vergara, evita involucrarse en pleitos gratuitos. Su audacia verbal lo ha llevado a equivocarse soberanamente más de una vez, como en la última elección, cuando pronosticó la derrota de Humala (“Humala. Lo que no fue no será”) y la realidad lo desmintió.
Por ahora, en la lejana Notre Dame da rienda suelta a cualquier ímpetu de palomilla metiendo pierna fuerte en las pichangas que juega con su equipo, Redondo. Está estudiando el clientelismo partidario en Centroamérica y los países andinos, por lo que viaja mucho por la región. Cuando visita Lima, la gente que no lo quiere matar lo recibe con entusiasmo.
León, peleador sin ley
Si Meléndez se ha tranquilizado, Carlos León (26) ha tomado la posta de la incorreción política. También sociólogo de la PUCP, a él no lo quisieron expulsar de ninguna institución, pero sí del Partido Socialista, del que era militante. Fue a raíz de uno de sus últimos posts en su blog, titulado “El fin del ala izquierda: un fracaso más sí importa”, en el cual analiza la caída del gabinete Lerner y critica a los partidos de izquierda por hipotecar reiteradamente su futuro “al caudillo de turno”.
En julio ya había recibido un jalón de orejas por la crónica que publicó en la revista Dedo Medio sobre la campaña de Gana Perú. León contó episodios hasta entonces desconocidos, como la forma en que el español Manuel Monereo fue desplazado por Luis Favre de su papel como asesor de imagen de Ollanta Humala. Entonces una alta dirigente de su partido le dijo: “Nos has hecho quedar horrible. Hemos tenido que pedir disculpas en tu nombre”. Sus amigos de Palacio sencillamente le quitaron el habla.
“A diferencia de los tíos, ninguno de nosotros tiene militancia”, dice Carlos Meléndez. “El único es León, que es la excepción que confirma la regla”.
El sábado 17, esa militancia acabó. León renunció al Partido Socialista porque “ya no tenía nada más que aprender” y “me limitaba para hacer otras cosas”. El tema de su tesis seguirá siendo la experiencia de Gana Perú en una perspectiva comparada con otras alianzas de izquierda en Latinoamérica.
Precisamente en Anti-Candidatos narró entretelones de la formación de las alianzas que llevaron a Susana Villarán a la alcaldía de Lima y a Humala a la presidencia. En Post candidatos relata cómo se vivió la campaña de Gana Perú por adentro. Por ahora, sus planes inmediatos son escribir más crónicas políticas y artículos que toquen carne. A él todavía no le preocupa seguir jodiendo.
Politóloga en campaña
“Aquí no hay tesis, mamita. Aquí se viene a apoyar en la campaña”. Esto fue lo que le respondieron a Adriana Urrutia (23) la noche de enero de este año en que trató de explicarle a un fujimorista, en el local de Paseo Colón, que estaba haciendo una investigación académica sobre su partido. La joven politóloga, magíster en Política Comparada por el Instituto de Estudios Políticos de París, decidió seguir el consejo y durante las siguientes semanas participó como una activista más en la campaña de Fuerza 2011.
Su objetivo: entender cómo es que, con un líder en prisión y con la imagen de un gobierno corrupto, el fujimorismo tiene tanta fuerza entre la gente. Entrevistó a una decena de dirigentes, visitó comités en zonas populosas y hasta una mañana terminó repartiendo volantes a favor de Julio Gago. Era parte de su método de investigación: la etnografía política te conduce a vivir las experiencias de las personas que investigas. El artículo que publicó en Post candidatos expone sus principales descubrimientos.
Rodrigo Barrenechea (26) no se involucró como Adriana, pero también se obsesionó con un partido, en su caso Alianza Para el Progreso (APP). “Mi interés surgió cuando Julio Cotler (uno de sus jefes en el IEP) me envió a La Libertad a investigar los efectos de la descentralización”, cuenta. Hace un año, Carlos Meléndez le propuso que escribiera para Anti-Candidatos un ensayo sobre la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski. Barrenechea lo hizo basándose en información publicada por los medios.
Esta vez, para Post Candidatos, hizo trabajo de campo, entrevistó a dirigentes de Alianza Para el Gran Cambio y logró reconstruir los momentos claves de la campaña de PPK. Cuando le pregunto, como lo he hecho con todos los demás, qué lo llevó a interesarse en la mediocridad de nuestros políticos, sonríe. “Tengo amigos que me preguntan lo mismo. Yo no sé por qué, pero a mí me encanta”.
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