Los riesgos de vivir, y gobernar, sin partidos políticos sólidos
La falta de agrupaciones políticas eficientes que refuercen la representación ciudadana y respalden el proyecto político de quien llega al gobierno genera, cuando menos, conflictos sociales que suelen poner en jaque al Estado, pero también la irrupción de grupos que, como el Movadef, solo debilitan la democracia.
Por: Francesca García
Imagine un club de fútbol en el que los socios no se sientan representados por su dirigencia. Con una institución ineficiente y sin un equipo que respalde sus decisiones, el grupo en el poder deberá lidiar con conflictos entre sus miembros, problemas que, a su vez, serán difíciles de resolver por su poca capacidad de negociación. Con jugadores principales novatos, ajenos a una mística de equipo y propensos a marcar autogoles, el sistema y la forma de seleccionar del equipo se pondrían en duda.
Ahora llame a ese club 'Perú', y verá cómo la metáfora deportiva se refleja claramente en nuestra realidad política.
Durante varias décadas el Perú ha visto interrumpida su línea de democracia por regímenes autoritarios que aprovechan los vicios del sistema para alzarse como la solución a los problemas. La causa principal, se dice, es la ineficiencia del sistema político en general, y de los partidos en lo específico.
Dicta la doctrina que la democracia moderna es una democracia de partidos. Estos últimos, entendidos como un engranaje que facilita al grupo en el poder las condiciones necesarias para la búsqueda de consensos que le permitan gobernar. En nuestro país, contraviniendo la teoría, más de un régimen ha gobernado sin este soporte.
GOBERNAR SIN PARTIDOS
A partir del 2001, tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, con el gobierno de transición de Valentín Paniagua y posteriormente durante la gestión de Alejandro Toledo, se inició la reestructuración de las instituciones del Estado y el fortalecimiento de los partidos políticos.
Elegido presidente luego de protagonizar la oposición contra el gobierno de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo llegó al poder en julio del 2001 con Perú Posible, agrupación fundada en 1994. Su gestión evidenció, entre conflictos sociales y escándalos políticos, los límites de una democracia sin partidos sólidos.
Con un grupo mejor constituido, en el quinquenio siguiente Alan García gobernó con menos altibajos que su antecesor y forjó –con el apoyo de la bancada fujimorista– una mayoría en el Congreso que le permitió impulsar normas. Pese a lo anterior, no fue ajeno a las protestas sociales y su maquinaria partidaria no evitó tragedias como la de Bagua.
Por su parte, Ollanta Humala llegó a la Presidencia de la República en julio del 2010 con la coalición electoral Gana Perú, integrada por el Partido Nacionalista y varias agrupaciones de línea izquierdista.
Fundado en el 2005, el PNP era una agrupación en pañales cuando se aventuró a su primer intentó presidencial. La alianza electoral que formó junto a Unión Por el Perú (UPP) perdió las elecciones generales frente al Apra. Sin embargo, se convirtió en la segunda fuerza política en el Parlamento.
Lo que siguió encaja en las historias pasadas. El débil vínculo que agrupaba a la bancada opositora se evidenció con la separación de quienes habían sido elegidos por UPP y no faltaron los nacionalistas que resaltaron por los escándalos.
"BAJA" DEMOCRACIA
Steven Levitsky, politólogo y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard, explica que la principal consecuencia de un gobierno sin un Estado eficiente y el respaldo de un partido político sólido es la baja calidad de la democracia. Esto –añade– si bien no implica la “muerte” del sistema, sí es un factor que provoca una desvinculación entre los que gobiernan y los ciudadanos.
"Los conflictos sociales se generan porque el gobierno no tiene lazos sólidos con las bases, no tiene cuadros, operadores y aliados en los gobiernos locales”, explicó.
El analista añadió que lo anterior provoca que, al no poder asegurar la gobernabilidad a través de un engranaje propio, el grupo de poder intente conseguirlo por medios que a veces son poco transparentes y que suelen dar paso al "clientelismo" y la "corrupción".
La elección de los llamados outsiders –novatos en la política– es otro de los más fuertes pasivos. Levitsky opina que en países con agrupaciones partidarias sólidas las personas electas suelen ser políticos de carrera con una experiencia previa de gobierno, condición que "reduce los autogoles” en el manejo de un país y permite afrontar mejor las crisis.
“Si repasamos los últimos 20 años en América Latina, los presidentes que han respondido a las crisis con medidas autocráticas, cerrando Congresos con autogolpes, casi siempre son los que no tienen experiencia, como Fujimori, (Rafael) Correa, Chávez y Lucio Gutiérrez. Los políticos experimentados suelen saber responder a la crisis de una forma más democrática", sentenció.
El politólogo Rodrigo Barrenechea considera que cuando un gobierno no cuenta con partidos políticos que cumplan con la función de canalizar los "conflictos" y "contradicciones" de ciertos sectores, llegar a acuerdos en las decisiones políticas es muy complicado.
"Lo que requieres es capital organizativo, y un partido puede ser utilizado para armar redes de apoyo que le permitan sostenerse", refirió.
PARTIDOS PERSONALISTAS
El carácter personalista de nuestras agrupaciones políticas es una herencia de la crisis de partidos de fines de los años 80, opina a su turno Nelson Manrique. El sociólogo e historiador refiere que la violencia generada por los grupos terroristas y la crisis económica del primer gobierno de Alan García derivó en un desprestigio de las agrupaciones políticas que posteriormente se profundizó con Alberto Fujimori.
“Fujimori inauguró el estilo de gobierno en que se dice una cosa y se hace otra. Constituyó un poder personalista y de ahí en adelante hemos vivido en esa lógica”, sostuvo.
Otro riesgo de un gobierno con un partido desarticulado, opina Rodrigo Barrenechea, es la imposibilidad de “legitimar” su proyecto político, es decir, que no cuente con representantes en distritos, provincias y regiones que trabajen para conseguir el apoyo social necesario, dejando el riesgo de que se busquen a ello soluciones "policiales y militares”.
“Muchos de los que gobiernan regiones y municipios son operadores políticos sin partidos y se dedican a canalizar su propia carrera política o la de líderes o grupos poco orgánicos cada cuatro o cinco años. No trabajan para ningún proyecto de largo plazo”, precisó.
Por su lado, el historiador Antonio Zapata reconoce que en el Perú no existe una tradición de partidos políticos y que, por el contrario, el electorado ha inclinado la decisión de su elección por personas más que por organizaciones.
Zapata coincide con Manrique y Barrenechea en que la dirección que tome el gobierno de Humala dependerá del equipo que logre formar y con quienes diseñe y ponga en práctica las políticas de gobierno.
Lo anterior, añade Levitsky, dependerá además del crecimiento de la economía, que frente a los problemas podría brindarle al gobierno actual "cierto margen de maniobra".
¿RESPALDO NORMATIVO?
Luego de su aprobación en octubre del 2003, la Ley de Partidos Políticos ha sufrido reformas orientadas, fundamentalmente, según sus impulsores, a formalizar a las agrupaciones políticas.
Aunque hasta hoy existen críticas por los resultados que ha logrado en 8 años.
A decir de Rodrigo Barrenechea, las leyes ayudan a encaminar el funcionamiento de las organizaciones políticas pero la concepción de los partidos trasciende a ellas.
"Lo que da origen a los partidos políticos es la acumulación en el tiempo de recursos organizativos o de prestigio en organizaciones", precisó.
Levitsky coincide con ello y agrega que los partidos nacen de conflictos históricos, sociales y políticos y que sin "identidad" o "mística" no pueden ser considerados como tal.
"Suena paradójico, pero en el Perú no ha habido en los últimos 20 o 25 años un conflicto ideológico que le permita poseer partidos de verdad. El conflicto que ha habido ha sido militar con Sendero y no ha sido un conflicto político", dijo.
Se entiende entonces, también, que de pronto surjan grupos como el Movadef, que siendo antidemocráticos aprovechen bien ese peligroso vacío.
EN CIFRAS
27 son las organizaciones políticas que se encuentran inscritas, según el ROP del JNE, y 36 suman las agrupaciones canceladas o con proceso de inscripción culminado.
11 son las fuerzas políticas que se encuentran representadas en las bancadas en el Congreso.
2003 fue el año en el que se promulgó la ley de partidos políticos. Tuvo entre sus principales aportes los temas referidos a la democracia interna y al financiamiento de los partidos.
EN EL PODER
Ollanta Humala (2011-2016). Llegó al poder con la alianza electoral Gana Perú, integrada por el Partido Nacionalista y grupos de izquierda como el Partido Socialista, de los cuales ya se ha desprendido.
Alan garcía (2006-2011). En su segundo gobierno tuvo el apoyo de la dirigencia de su partido y, en el Congreso, de grupos como la bancada fujimorista.
Alejandro Toledo (2001-2006). Su partido Perú Posible logró ser la primera fuerza en el Parlamento, pero hubo congresistas que desertaron de la bancada y protagonizaron escándalos que pusieron en riesgo su gobierno.
Valentín Paniagua (2000-2001). Al caer el régimen fujimorista, fue presidente transitorio. Era de Acción Popular, pero su mandato fue constitucional por ser titular del Congreso.
Alberto Fujimori (1990-2000). Fue el outsider de las elecciones de 1990. Fundó un partido que desactivó con prontitud y desde entonces su grupo ha mutado de nombre en cada elección para evitar compromisos políticos.
Alan García (1985-1990). Ganó las elecciones con apoyo popular forjado por el Apra, pero sobre todo por su juventud, simpatía y gran oratoria, cualidades que no le ayudaron cuando provocó la hiperinflación.
Fernando Belaunde Terry (1980-1985). Líder de Acción Popular, volvió al poder once años después de haber sido derrocado por la Junta Militar, que convocó a elecciones que se realizaron el 18 de mayo de 1980.
Fuente: Diario La República (Perú). Martes, 24 de enero de 2012.
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