martes, 19 de febrero de 2013

Percepción ciudadana de la política y la democracia en el Perú y Latinoamérica. Revisión comparada del Latinobarómetro.

Democracia: quién la califica

Por: Nelson Manrique (Historiador y sociólogo)
La reelección de Rafael Correa a la presidencia del Ecuador, con un contundente 56% en primera vuelta,  vuelve a plantear una cuestión incómoda para los politólogos: cómo a pesar de su apetito reeleccionista Chávez, Kirchner y Correa gozan del apoyo mayoritario de sus ciudadanos. Esto suele atribuirse al atraso político, pero la evidencia empírica muestra otro panorama.

Revisemos el Latinobarómetro 2011, la fuente más importante de información acerca de las percepciones sobre la política y la democracia en América Latina, que permite comparar la conciencia democrática existente en Argentina, Venezuela, Ecuador y Perú.

La afirmación: “La democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno” es suscrita en Argentina, Venezuela y Ecuador por 88, 86 y 84% de los ciudadanos, respectivamente; sólo los supera Uruguay, con 90%. En el Perú la suscribe un 73%, por debajo del promedio regional (76%).

A la pregunta: “¿Cuán democrático es su país”, usando una escala en que el “1”quiere decir que “el país no es democrático” y el “10” que “es totalmente democrático”, en Venezuela, Argentina y Ecuador los ciudadanos sitúan a sus países con índices de 7.3, 6.8 y 6.5, respectivamente. Los peruanos situamos nuestra democracia en 6.1, por debajo del promedio de América Latina, que es de 6.4. Eso sí, estamos convencidos de que Venezuela no es democrática y le otorgamos apenas un 3.7.
También salen bastante malparadas nuestras convicciones democráticas cuando se pide tomar posición frente a la afirmación: “Bajo ninguna circunstancia apoyaría a un gobierno militar”. Mientras que en Venezuela, Argentina y Ecuador quienes la suscriben se sitúan por encima del 70%, en el Perú sólo lo hace un 54%;  muy por debajo del 66% del promedio regional.
Veamos ahora la confianza interpersonal: cuánto confiamos en nuestros conciudadanos. La afirmación: “Hablando en general, ¿diría Ud. que se puede confiar en la mayoría de las personas?” en Argentina, Venezuela y Ecuador la suscriben el 28, 25 y 24% de los ciudadanos; nuevamente por encima del promedio regional (22%) y por supuesto del Perú, que llega al 18%.
Algo similar sucede con relación a la confianza en las instituciones. En Ecuador, Venezuela y Argentina confía el 62, 51 y 48% respectivamente (promedio latinoamericano 40%), mientras en el Perú lo hace apenas un 34%.
El cumplimiento de la ley por los ciudadanos expresa la medida en que ellos se identifican con sus instituciones y su orden jurídico. En Ecuador, Venezuela y Argentina quienes consideran que los ciudadanos cumplen las leyes ascienden al 39, 32 y 28%, respectivamente (promedio regional, 31%). Aquí batimos el récord: el Perú se sitúa en el último lugar, con apenas un 12% que opina así. Ocupamos asimismo el final de la fila en lo que atañe a consciencia de nuestras obligaciones y deberes (17%) y tampoco estamos mejor en lo que a consciencia de nuestros derechos se refiere.
Resulta entonces que los ciudadanos de Argentina, Venezuela y Ecuador consideran sus países más democráticos que el promedio de América Latina y por supuesto del Perú (nosotros estamos en todo por debajo del promedio), muestran una mayor conciencia de sus deberes y derechos y una mayor identificación con sus instituciones. Asimismo, se sienten menos discriminados social y racialmente, confían más en la democracia para defender sus intereses y creen que ésta brinda las mejores condiciones para crecer económicamente, y un largo etecétera. Pero al parecer la opinión de los ciudadanos de esos países no cuenta a la hora de juzgar si viven una democracia o no; quienes lo dictaminan finalmente son los medios de comunicación y un grupo de politólogos, por lo general alineados políticamente con los EEUU, y al diablo con la opinión de los directamente interesados.
Es interesante reflexionar sobre estas disonancias cognitivas porque a buena parte de nuestros ciudadanos le es perfectamente indiferente que quienes impulsan la campaña por la revocatoria de Susana Villarán sean impresentables (por algo se esconden), reconocidamente corruptos y guiados por intereses éticamente repugnantes. Coincidencia: los nombres de Alan García, Hernán Garrido Lecca, Aurelio Pastor y Carlos Arana vuelven a ocupar las primeras planas por corrupción, y los fujimoristas acaban de impedir que se levante el secreto bancario y la reserva tributaria a Alan García. Seguiremos.
Fuente: Diario La República (Perú). 19 de febrero del 2013.

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