sábado, 10 de marzo de 2012

Crítica a las tesis y conclusiones del libro "Apogeo y crisis de la izquierda peruana", conjunto de ensayos y entrevistas compilado por el sociólogo Alberto Adrianzén.

Un pasado sin futuro: una mirada crítica del libro Apogeo y crisis de la izquierda peruana

La izquierda peruana está al debate. El último insumo es el libro Apogeo y crisis de la izquierda peruana, editado por Alberto Adrianzén. Se trata de un balance, desde las élites, de la actuación de Izquierda Unida hace más de 20 años, con fines tanto académicos como políticos.

Por: Carlos León Moya (*)

Sin embargo, considero que el libro no cumple bien ninguno de sus dos objetivos. Por el lado académico, la mayoría de los principales argumentos de los ensayos que lo componen ya han sido expuestos antes, y el recuento de las conocidas variables que condujeron a la crisis de la izquierda no trae novedad. Es poco el aporte de nuevo conocimiento. En cambio, las entrevistas sí son un buen insumo para estudios posteriores, aunque con distinta suerte. Mientras algunas son realmente notables y de contenido imprescindible, en otras se obtiene bastante poco al dejarse a los entrevistados recluirse en sus propios discursos.

Aunque su objetivo político es recordar la existencia de una tradición de izquierda y ayudar a conocer con qué se rompe y qué se continúa de esta, creo que una historia crítica de lo ocurrido en IU, hecha por los mismos actores, difícilmente tenga más que un liviano efecto. La enumeración y explicación somera de sus vicios y errores no llega a dar cuenta de por qué gran parte de estos se mantienen en la actualidad ni por qué se cometieron nuevos errores en los últimos años. La izquierda de ahora afronta nuevos problemas, y le es más útil mirar casos de éxito contemporáneo, en la izquierda latinoamericana y también en partidos peruanos de otra tendencia ideológica, que rebuscar las claves de su futuro en su baúl de fotos grises.

1. Los cuatro ensayos

Los ensayos de Osmar Gonzales y Alberto Adrianzén regresan hasta Mariátegui para analizar IU. Por un lado, mucha de su exposición histórica, salvo algunas hipótesis interesantes, ya estaba detallada en publicaciones anteriores incluso del propio Gonzales. Por otro lado, llama la atención la ausencia de comparación: a pesar del énfasis que se pone en variables internacionales (Comintern, Revolución Cubana, conflicto sino-soviético) no se compara con casos de la región que tuvieron similares características pero resultados distintos.

Ambos acaban sus textos con una lista de las causas de la división de IU según varios autores. Final legítimo pero de poca ayuda. Pareciera así que todas las respuestas son válidas, y que si hay visiones encontradas no hay que contrastarlas sino únicamente señalarlas. Nuevamente no hay explicación a por qué fracasó la izquierda, sino otra suma de posibles respuestas a escoger.

Además, a pesar de que en un ensayo uno elige a discreción lo que cree más útil para su argumento, es notable la ausencia de textos importantes. Se omite por ejemplo a Maxwell Cameron, cuyo estudio de la caída de IU concluye que esta se debió a la dilución de su base social, debido a la informalización de los trabajadores, sumada a las estrategias distintas e irreconciliables de sus dirigencias. Tampoco están los estudios de Henry Dietz, uno de los cuales, hecho con William Dugan, demuestra con cifras que la izquierda no tuvo un monopolio natural del voto de las clases populares en la década del ochenta, ni el libro de Kenneth Roberts que compara la izquierda peruana con la chilena en esa década, llegando a interesantes conclusiones. En cambio, vemos el apellido Adrianzén citado reiteradas veces.

El ensayo de Francisco Guerra García es la visión personal de un argumento conocido: la izquierda se dividió por la tensión entre radicales y moderados. Antonio Zapata rebatió ese argumento en su última columna señalando que los cristianos de izquierda, más cercanos a los moderados, continuaron junto a los radicales en IU. En cambio, el ensayo de Javier Diez Canseco da cuenta de cuatro tensiones que a su juicio recorrieron IU, criticando de forma implícita la postura que él propugnó cuando fue dirigente del Partido Unificado Mariateguista. La sustentación de sus argumentos en documentos partidarios, aunque dificultan la lectura, hacen aún más valioso su testimonio. Sin embargo, Diez Canseco habla muchas veces con la voluntad del político y no con la frialdad del analista. Eso salta a la vista en la seguridad con que asume que IU pudo haber tenido un perfil propio, a pesar de estar aplastada entre el APRA por un lado y el MRTA con Sendero Luminoso por otro, o en su convicción de que la Asamblea Nacional Popular podía tener un futuro auspicioso, a pesar de la precariedad económica. Aun con esas limitaciones, es un aporte valioso que incluso aventura respuestas a lo ocurrido en los noventa.

Finalmente, al leer los cuatro ensayos uno encuentra, más que respuestas, señalamiento de tensiones. La enumeración de estas es entendible cuando se está frente a un objeto nuevo y le es útil para ubicarse por primera vez… pero IU es un objeto de hace 22 años.

2. Las 24 entrevistas

Las entrevistas son de resultados variados. Mientras algunas son un material importante para futuros análisis y comprensiones de la izquierda, en otras los entrevistados se acomodan entre las preguntas y dan respuestas planas y retóricas que son de poca ayuda.

En el primer caso, ubico las entrevistas a Henry Pease, Carlos Tapia, Santiago Pedraglio, Rolando Ames y Hugo Blanco. Son sinceras, algunas crudas, aventuran explicaciones como actores de primer orden, cuentan sucesos que grafican mejor las disputas, o brindan luz sobre aspectos en debate o no tocados. Es llamativo que estas cinco personas no pertenezcan orgánicamente a la izquierda al menos desde hace una década. ¿Será que la distancia orgánica les generó una mayor soltura o perspectiva? Ricardo Letts y Antonio Zapata podrían estar en esta lista, más que por sus entrevistas, por sus textos publicados en distintos momentos. Destaco la carta de renuncia al PUM de Letts y los comentarios constantes de Zapata.

En cambio, las entrevistas a César Barrera Bazán, Rolando Breña, Alberto Moreno y Manuel Dammert Ego Aguirre son enjutas y de aporte muy limitado. Acaso el actual rol dirigencial en Patria Roja de los tres primeros juega en su contra. Las críticas al caudillismo y al ideologismo en la izquierda no son cosa nueva, sino parte del clisé autocrítico instalado hace buenos años, y en sus entrevistas es lo que más se ve. El texto de Dammert, con su barroca retórica y su agotadora manía de adjetivar todo lo existente, es un insumo óseo para cualquier investigador social.

Como nota aparte, las entrevistas a Aída García Naranjo y Susana Villarán son para tomar en cuenta. Relevantes figuras políticas hoy, en los ochenta no eran actores de suma importancia dentro de IU. Aun así, o quizá por eso, sus respuestas son más sueltas y juiciosas, y contienen elementos interesantes.

3. Epílogo: el objetivo político

Existen compañeros que han esperado años por un balance autocrítico de sus dirigentes, no solo oral sino escrito. Muchos de ellos lo encontrarán en el libro y ese es un gran mérito, acaso el principal. Creo que habrá un gran número de personas que le estarán mucho tiempo agradecidas a Alberto Adrianzén por esa publicación. Eso vale bastante.

Sin embargo, esa satisfacción psicológica no necesariamente implica una mejora política. El libro tiene un error de nacimiento: centrarse en Izquierda Unida. Más allá de si aporte mucho o poco al conocimiento del tema, han pasado 22 años y mucha agua bajo el puente. Muchos errores continúan, pero se camuflan mejor o siguen sin tocarse, como la lejana relación entre dirigencia y base. Existen problemas nuevos, cuyo origen y solución no encontraremos en la piedra roseta de la época.

Por eso, a diferencia de lo que hace unos años pensaba, creo que los balances de los ochenta a lo más podrán satisfacer objetivos académicos pero ya no más objetivos políticos. Pudo haber sido hace unos años, acaso cuando cayó Fujimori, pero el tiempo pasó. Hay nuevos temas, nuevas tensiones, nuevos problemas y nuevos retos que la izquierda tiene por delante, y para afrontarlos le es más útil ver qué pasa ahora en el mundo y en la región, cómo alcanzaron el éxito sus pares en el continente y por qué sobreviven sus adversarios en el país. Mirar hacia atrás para recuperar la herencia puede sonar adecuado, pero hace años que nos viene llevando al mismo debate estéril de siempre. A fin de cuentas, a los sabios de Bizancio también les pareció sensato debatir el sexo de los ángeles cuando los turcos estaban por tomar Constantinopla.

(* )Nota del autor: "Debe reconocerse que la tesis de Carlos Alberto Adrianzén, citada en tres de los cuatro ensayos, es uno de los pocos trabajos académicos hechos en el Perú en los últimos años que analizan la izquierda en los años ochenta. Por ello su trabajo tiene validez por peso propio, más allá de su filiación con el editor".

Fuente: Diario La República, revista "Domingo". 04 de marzo de 2012.

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