domingo, 29 de abril de 2012

Liberales y libertarios en los partidos políticos de derecha.


La soledad de los liberales (1)


Por: Martín Tanaka (Politólogo)


Desde hace algunas semanas, diversos columnistas hemos abordado el tema del liberalismo en el Perú, lamentando la no existencia de un derecha liberal democrática con arraigo popular en nuestro país. En una conferencia reciente en la Universidad Católica, Enrique Ghersi decía que los liberales peruanos son tan pocos que pueden reunirse cómodamente en un chifa, a pesar  de contar con figuras como Mario Vargas Llosa o Hernando de Soto.
En América Latina en general, cuando las derechas son fuertes políticamente suelen ser más conservadoras que liberales; y cuando han encabezado agendas reformistas liberales, como la implantación de modelos orientados al mercado desde la década de los años noventa, han tenido de un lado que compartir el crédito con otras fuerzas políticas, que también asumieron la necesidad de implementarlas y, del otro, han tenido que asumir totalmente la carga de los costos sociales que esas políticas implicaron. Una razón adicional para entender la soledad de los liberales en nuestro país está en el hecho de que sus tradiciones intelectuales son más “libertarias” que liberales. Me explico.
El liberalismo como corriente de pensamiento que inspiró políticas gubernamentales específicas en el mundo tuvo un periodo de hegemonía, en términos generales, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX. Se trató de un periodo de expansión de la economía mundial sobre la base de políticas de libre comercio y protagonismo de actores privados, con Estados “mínimos”. Este modelo entró en una gravísima crisis en 1929, y los socialistas y comunistas pensaron que se asistía al final del capitalismo y al advenimiento de una revolución social. Sin embargo, el capitalismo salió de esa crisis sobre la base de una solución de compromiso, que dio origen a los “Estados de bienestar”: se mantuvieron políticas orientadas al mercado, pero el Estado asumió un papel regulador, promotor e integrador muy importante. A esto se le podría llamar el consenso socialdemócrata. A él llegaron algunos desde el liberalismo, como Karl Polanyi o John M. Keynes; y desde el socialismo, como Eduard Bernstein y luego la Internacional Socialista. Muchos filósofos liberales reflexionaron posteriormente sobre la importancia de hacer convivir la libertad con la solidaridad y sobre cómo generar igualdad de oportunidades, como John Rawls, Richard Rorty o Amartya Sen.
El problema es que los liberales peruanos a los que alude Ghersi no siguen estas corrientes, sino a otras más radicales que se ubicaron mucho más a la derecha: Hayek, Friedman, y los libertarios estadounidenses, que podríamos considerar algo así como el ala derecha del Partido Republicano, para quienes Barack Obama es un presidente socialista. Me parece que el liberalismo así entendido siempre tendrá dificultades para desarrollarse en países tan desiguales como el nuestro, en donde no basta la iniciativa individual y en donde se suele considerar que la intervención del Estado es clave para compensar la debilidad de los sectores desfavorecidos.
Fuente: Diario La República. 22 de abril del 2012.

 La soledad de los liberales (2)
Por Martín Tanaka (Politólogo)
La semana pasada me preguntaba sobre las razones por las cuales no tenemos una derecha liberal democrática con arraigo popular en nuestro país, y decía que una de las razones podría ser que las tradiciones intelectuales de nuestros liberales se alimentaban principalmente de corrientes “libertarias”.
Mencionaba que después de la crisis de 1929 la economía capitalista y la democracia como régimen se legitimaron ampliamente en el mundo noroccidental en torno a un gran consenso socialdemócrata (que competía con el socialismo como modelo alternativo), en donde la libertad individual se construía sobre la noción de que correspondía al Estado generar las oportunidades para el desarrollo de la ciudadanía, base a su vez de la legitimidad democrática. El medio para ello fueron las políticas sociales y de bienestar.

El asunto es que desde la década de los años setenta el consenso socialdemócrata empezó a crujir, manifestándose problemas de inflación, déficits fiscales, recesión, estancamiento de la productividad, lo que llevaba a crecientes niveles de protesta y movilización social. Es en este marco que se desarrollaron las corrientes libertarias que tuvieron como preocupación principal la reducción al mínimo del papel del Estado y la ampliación máxima de los mercados y de la iniciativa privada. Ronald Reagan en los Estados Unidos y Margaret Thatcher en Inglaterra durante la década de los años ochenta fueron los grandes referentes políticos de estas propuestas. La década de los años noventa fueron años de búsqueda de un equilibrio entre mercado y Estado (expresión política de ello fueron las presidencias de Bill Clinton y Tony Blair), que todavía no se ha logrado, de allí que en la actualidad tanto el capitalismo neoliberal como la socialdemocracia aparezcan deslegitimadas y en crisis, y eso es lo que está en discusión en el actual contexto electoral en los Estados Unidos o en Francia.
El debate está abierto. El tema es que las principales posiciones liberales en el mundo se sitúan ya sea a la derecha o a la izquierda de las alternativas principales de los sistemas de partidos, mientras que las posiciones libertarias se ubican en el extremo derecho, en posiciones cada vez más radicales, y es de esas posiciones de las que parecen alimentarse muchos de nuestros liberales nacionales. Una cosa es ser liberal criticando al Estado y promoviendo la privatización de empresas y actividades públicas, y otra muy distinta es ser liberal combatiendo los monopolios y los privilegios que obtienen actores privados poderosos coludidos con funcionarios públicos inescrupulosos. Una cosa es defender la libertad individual contra la intromisión del Estado, y otra luchar por el reconocimiento de la igualdad de todos los ciudadanos y estar en contra de la discriminación. Todas estas posturas se inspiran en nociones liberales, pero sus consecuencias políticas son muy diferentes. El problema con esto es que nuestra derecha tiende a ser más conservadora y defensora del statu quo que liberal y reformista.
Fuente: Diario La República. 29 de abril del 2012.

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